La madre, que este invierno necesita más lumbre,
remueve alguna brasa y vuelve a dormitar.
Dilata su ojo amigo lloviendo dulcedumbre
la lámpara que mira el grupo familiar.
Muy grave la hermanita se ha dado a masticar
su dulce y su cartilla. Distrae la mansedumbre
del gato una luciérnaga, que empieza a revolar...
Y yo perduro en ésta mi lírica costumbre.
No esperamos a nadie... fluye su agua elsosiego,
y vivir es tan dulce como estar junto al juego.
(Nos conmueve un mal vago de algo nuestro que escapa...
Un viejo olor doméstico anuncia los humeantes
tazones que alguien trae..., nos mecen los instantes,
y el alma, como el gato mimoso, se agazapa.
Uno de sus primeros sonetos, aparecido en la popular revista
fundada por Fray Mocho, en 1926