El vivo azar que fluye te condena
y viene tu niñez sobre sus olas.
Mientras el breve tiempo al mismo tiempo inmolas,
la esperanza te oprime y encadena.
Gozas el laberinto que te pierde,
atas a lo imprevisto la hora vana,
y tus años, esclavos del mañana,
anhelan que un abismo los recuerde.
Cuando vuelves la cara verdadera
a la edad que salió de tus empeños,
la esperanza te deja y te libera.
Sólo recuerdo y paz, nada te asombra:
gastaste un hombre para verlo en sueños
y has creado libertad para una sombra.