CALLAD, CALLAD..
Callad flautas... aún eso que os suspende, increíblemente, casi
de la eternidad, por un hilo
y todavía el hálito con que os decís y decís
al oído de las gramíneas...
Callad flautas… o cortad, mejor, ese cabello de serafín
y ese espíritu sobre los tallos...
y cortad, aún, esa "vía" que le destiláis, desde una misma
marea de perla,
al niño del alma
cuando su propia vida, repentinamente, sin límites,
lo azula hasta sumergirlo...
Callad flautas... callad... por un instante, siquiera:
el silencio sin velos...
el silencio
que ha llevar, quizás, algunos "ñandutíes"
de las deidades que se desvisten
sobre el tiempo...
y algo de la palidez que se devela, aquí,
de los macizos
y de las hojas, todavía...
El silencio... no el rumor... no... ni el zumbido
ni menos el latido...
Qué hebrillas, pues,
que transparecen hasta lo invisible y que se traman en un río
en que debe de oírse
la lanzadera a sí misma?
Fue así el anochecer en que una
[vez pasó
ella,
de azucena,
sobre un río?