Los guaraníes, que con los tupíes * formaron una de las más grandes naciones indígenas americanas, extendida por vastas áreas de las cuencas del Plata, del Amazonas y del Orinoco, deben señalarse entre los pueblos aborígenes poseedores de un profundo sentimiento poético y en el que la poesía desempeñó una función de gran importancia, logrando expresiones -tanto en la poesía sagrada como en la poesía profana- que siguen despertando admiración. Esa poesía, aunque aún no estudiada de modo sistemático y completo, dejó buenas muestras -no obstante haberse perdido definitivamente mucho de ese material- y continuó floreciendo en la canción lírica, épica y satírica, en la musa de copleros y trovadores criollos que, desde el siglo pasado, se expresaron preferentemente en el idioma que sigue hablando el pueblo en el Paraguay, en Corrientes y en otras zonas que fueron antiguos asientos de la gente guaraní.
En este viejo pueblo -una de las ramas muy importantes del árbol étnico-cultural americano- la poesía estaba ligada íntimamente al mundo místico-mágico-religioso. Lo cual sucede a menudo en las culturas más antiguas, en el ámbito de la poesía propiciatoria, sagrada y esotérica, himnos, cánticos, impetraciones, alabanzas, invocaciones, etc. Pero entre los guaraníes parece tener algunos rasgos resaltantes, indicadores de que para ellos el poder de la oración estaba relacionado con el poder de la poesía, con la eficacia del verbo poético, si bien esa era una tendencia general de todos los pueblos que convencionalmente son denominados primitivos, aunque muchos de ellos hayan desarrollado altas civilizaciones.
Para agradar, conmover a los dioses y conquistar su voluntad, la poesía era el mejor camino. Por medio de ella se lograba el contento de las divinidades y el bienestar de los hombres. La inclinación favorable de las potencias misteriosas y el respaldo de los sueños y los trabajos de la comunidad.
Con referencia a los guarayos, parcialidad guaraní que en la primera mitad del siglo pasado vivía todavía libre y feliz en los bosques de Bolivia, Alcides D'Orbigny, que permaneció entre ellos durante sus viajes de estudio por nuestro hemisferio, dejó registradas interesantes observaciones al respecto. Dirigían a Tamoi-abuelo, dios benigno y héroe civilizador-cánticos henchidos de poesía, en demanda de lluvias para sus sembrados y beneficios para la comunidad. Relata así, el célebre naturalista francés, las escenas que presenció en las cabañas-oratorios de la selva: "El más viejo con los ojos bajos, golpea el suelo con su bambú, entonando con la más hermosa voz de bajo cantante un himno que los demás repiten. Los he oído pedir, en un estilo de los mas figurados y de los mas poéticos, a la naturaleza que se vistiese con sus galas más magníficas; a las flores, que se abriesen; a los pájaros que tomasen su mas rico plumaje y que comenzasen sus alborozadas canciones; a los árboles, que se embelleciesen con sus verdores primaverales, a fin de unirse a ellos para llamar la atención de Tamoi, a quien jamás imploran en vano”.
El profesor León Cadogan, investigador de la etnografía paraguaya, ha estudiado, en un grupo guaraní del Guairá (departamento de Villa Rica) la poesía sagrada, que ocupa en esa cultura un lugar de mucha importancia.Contiene elementos míticos y esotéricos, y normas tradicionales relativas a su religión y sus costumbres. Pero además y en medio de eso tiene ciertos rasgos expresivos y resonancias poéticas que llaman la atención. El Profesor Cadogan, capacitado etnógrafo y conocedor profundo del idioma, ha ido a estudiar creencias, concepciones, elementos básicos de la religión de los guaraníes, a través de la poesía sagrada y esotérica que en la actualidad conserva tradiciones y rasgos típicos.
*El antropólogo brasileño Arthur Ramos ha notado que los tupí-guaraníes poseen una literatura oral riquísima. Así en los géneros narrativo -cuentos, fábulas, leyendas- como en las expresiones poéticas.