Reproducimos aquí la nota que le realizara Carlos Marín a Marta Zamarripa, en la página "Letras-Autores-Ideas", de EL DIARIO, de Paraná, Entre Ríos, Argentina; en su edición del 16 de septiembre de 2003. La nota sigue siendo un adelanto del ensayo de Marta Zamarripa, "Eternidad del Soñador", dedicado a Alfonso Sola González, que esperamos ver editado pronto, ya que Marta es una especialista en el poeta. Con él abrió su célebre Colección Homenajes, cuando estuvo al frente de la Editorial de Entre Ríos. (M.L.)
La evocación lírica que del poeta francés Max Jacob, fuente del surrealismo, realizó el paranaense Alfonso Sola González, motivó a la escritora Marta Zamarripa a concretar un análisis del poema Ici repose Max Jacob. Esta nota es un adelanto de ese trabajo que forma parte de un análisis integral de la obra del autor entrerriano que será publicado próximamente.
El poema Id repose Max Jacob es considerado por Marta Zamarripa como una joya de la poesía universal moderna. El texto, de diez estrofas, aparece publicado en Tres poemas, libro de Alfonso Sola González editado por Ediciones Carmina en 1958.
Para la autora entrerriana, este "es un poema conocido y leído por pocos escritores no obstante su esplendorosa y conmovedora belleza".
De allí la necesidad de rescatarlo y poner en relieve, ya que, sostiene, con Id repose Max Jacob, se asiste a una renovación personalísima y magistral de la elegía funeral.
Pero, ¿cómo se explica la influencia de un poeta francés de origen judío en Sola González? Para un estudioso como el paranaense, era una figura que no podría desconocerse, ya que por la complejidad de su personalidad y la originalidad de su producción literaria —combinación singular del gusto por el asombro, el humor y el misticismo—, Max Jacob desempeñó un papel fundamental en la génesis y el desarrollo de los movimientos de vanguardia, en particular del surrealismo.
En especial por su poesía, que incursiona ya en Le carnet a des (1917) en juegos verbales y de imaginación según el gusto surrealista.
Precisamente en un artículo que dedica al estudio de la poesía de Oliverio Girondo, Alfonso Sola González subraya la importancia de ese poema en la conformación de la nueva lírica y sus proyecciones en la obra de los ultraístas españoles y del mismo Girondo. En ese ensayo, el entrerriano remarca la concordancia espiritual entre Defense de Tartufe y Veinte poemas para ser leídos en un tranvía. En ambas se halla una visión aguda de lo real, tamizada por un filtro de humorismo corrosivo.
SIMILITUDES
Si se comparan las vidas y el pensamiento de Sola González y Jacob pueden hallarse, sin forzar una semejanza, interesantes paralelos que seguramente llevaron al entrerriano a evocar al francés, luego de conocer su tumba en el cementerio de Ivry, en un viaje que realizó por varios países de Europa.
Entre estos puntos comunes a ambos pueden destacarse la experiencia de un errar permanente, la conciencia y el presentimiento de la muerte, el espíritu místico y la concepción de la poesía como una aventura espiritual.
La experiencia errante en la vida del francés se manifiesta en constantes cambios de residencia que jalonan distintos momentos de su desarrollo espiritual. De este modo puede interpretarse su itinerario vital desde la Bretaña francesa, pasando por París, España, Italia, la residencia en la Abadía y su cautiverio final en Drancy, que marca el estadio final del periplo existencial.
La vida de Alfonso Sola González supone también un recorrido espacial y espiritual. El mismo se inicia en Entre Ríos, continúa en Buenos Aires — donde se desempeña como periodista—, prosigue por Europa y culmina en Mendoza. Esta experiencia se plasma poéticamente en la figura isotópica del yo lírico como el desterrado que vaga en busca del paraíso perdido.
La conciencia de la muerte —y durante los últimos años de la vida su premonición— se presenta en la obra de ambos poetas. En la poesía y la prosa de Max Jacob es un tema recurrente. Adopta un tono patético, tal como sucede en su meditación Defense de Tartufe. Son páginas que reflejan el temor del fin personal, de la inseguridad de su alma por su vida futura.
Con una modalidad más serena, de aceptación, el tema se presenta en la obra de Sola González. Por ejemplo en Plaissanteries antes de dormir, de 1961.
El espíritu religioso se refleja en ambos en una permanente búsqueda de lo absoluto. Un acicate poderoso de esta búsqueda es la aguda conciencia del pecado, de la nada personal frente al ser de Dios.
Por otra parte, en la búsqueda de lo Absoluto, la poesía desempeña un papel fundamental. El oficio de creador se concibe como una aventura espiritual en la que se involucra todo el ser del poeta. Para Max Jacob, la poesía constituye una vía hacia el otro mundo anhelado: su descubrimiento y su expresión en la imagen son la razón de ser del poema, tal como lo señala, al definir la inspiración en Art poetique: "es el pasaje de un mundo en otro, de la tierra al cielo o de uno a otro cielo". De este modo la poesía se torna revelación.
Este es el sentido que tiene también el acto creador para Sola González.
RENOVACIÓN MAGISTRAL
¿Qué justifica la importancia de esta evocación poética? Ici repose Max Jacob, además de ser un homenaje de un poeta entrerriano, cristiano y que militó en el justicialismo a un par francés de origen judío, representa para Marta Zamarripa una renovación personalísima y magistral de la elegía funeral. De allí otro elemento más que aumenta la importancia y el brillo de este texto.
Dicha renovación pone de manifiesto la originalidad de Alfonso Sola González en el tratamiento del material anecdótico y de los recursos tópicos que le ofrece la tradición lírica. Descubre, asimismo, la confluencia de una perspectiva contemporánea, con la asunción cristiana de la muerte.
En la evocación, el poeta recupera una dimensión trascendente que su propio contexto situacional parece desdeñar.
Este es el modo de establecer un lazo entre el aquí, fugaz e inasible, y la eternidad que le da sentido. Por eso, es que puede afirmarse que la figura de Max Jacob posee un carácter emblemático pues representa, por lo que Alfonso Sola González dice en cada línea de su evocación, un ejemplo de infancia espiritual, el triunfo del espíritu en su búsqueda de Dios.
QUIÉNES FUERON
Max Jacob nació en 1876 en la Bretaña Francesa, en el seno de una familia judía. En su juventud se unió al grupo bohemio de Montmartre. Poeta y pintor fue reconocido por su semblanza extravagante, por su dandismo y exotismo.
Amigo y compañero de aventuras estéticas de Apollinaire, Jean Cocteau y Pablo Picaso, fue admirado por los jóvenes gestores del futuro surrealismo. Hacia 1909 su vida sufre una transformación profunda: ese año tiene su primera visión mística en la que Cristo se le aparece envuelto en un manto celeste. Cinco años más tarde, en la iglesia del Sacre Coeur de Montmartre, su encuentro será con la Virgen. Estos episodios originan una búsqueda personal de Dios cuyo fruto es la conversión, el 18 de febrero de 1914. Abandona entonces los hábitos bohemios, aunque continúa con la actividad literaria.
Desde 1909 en adelante se sucede la publicación de las obras que cimentan su celebridad. En poesía Oeuvres burlesques et mystiques du frere Matorel (1912); Le cornet a des (1917); Le laboratoire central (1921) y en prosa Defense de Tartufe, (1919) novela que incluye algunas piezas líricas.
A partir de 1921, durante dos meses inicia una vida casi monacal cercana a la abadía de Saint-Benoit-sur-Loire y luego realiza una serie de viajes por Italia y España. A su regreso, luego de un corto periodo en París se consagra a una vida de oración y meditación en la Abadía de San Benito.
Hacia fines de la década de 1930 los rumores de guerra y el inicio de las persecuciones antisemitas irrumpen en su vida. La deportación de su hermana es un trago amargo y un aviso: Jacob intuye que morirá mártir. En efecto, el 24 de febrero de 1944 es arrestado por la Gestapo y el 5 de marzo del mismo año muere de una bronco pulmonía en el campo de prisioneros de Drancy.
Contrariamente a lo que había deseado, su cuerpo fue enterrado en el cementerio de Ivry, próximo a los restos de los fusilados en guerra.
ALFONSO SOLA GONZÁLEZ
Nació en Paraná y es uno de los poetas líricos más importantes que ha dado la literatura argentina. El autor realizó sus estudios en la capital de Entre Ríos, graduándose de Profesor de Literatura en el Instituto del Profesorado, en cuya biblioteca pasaba largas horas de lectura.
Durante su trayectoria fue profesor en la Universidad de Cuyo y es autor de cinco libros de poemas y numerosos estudios sobre literatura Argentina y Universal.
Como Max Jacob, también sufrió persecución y fue despedido de la cátedra por cuestiones ideológicas. Rehabilitado y tras rendir concurso con un trabajo magistral sobre Leopoldo Lugones, recuperó su cargo. Falleció en Mendoza, en 1973.