La hermosa cautiva
arrastró
el lacio de sus cabellos
entre los cascos y la tierra
Cómo la amó ese día
el terrible Piedra en las tolderías
Tres sombras fantásticas
cabalgando
en la mancha lunar de la llanura
Una cuarta
en lo más tupido del monte
Santos Vega, Fierro y Cruz
Juan Moreira entre los espinillos
Viento estival
bambolea
los niños del estío
y de la maceta grande
bambolea
el jazmín de la abuela
Empuja al cardenal
hasta el árbol de la galería
viento del estío
no te lleves el canto
Perdidos en el campo
los huesos
vivando al cielo
su blancura
rememoran el camino
En la tarde
viento en la gramilla
te aplacas
Sorpresivamente
desprendiéndose
de la oscuridad
se aparece
la luz mala
En la desesperación
uno ansia
la señal de la aurora
Como gastan el aire
las armaduras
sus brillos
están hiriendo los montes
Tabaré
No tenían los ojos celestes
En la tierra jorobada
peleando
se murieron las charrúas
En San José se amontonan
frente a la torre vigía
El General
se pasea
solo
por las galerías
El centinela traidor
revisó la lejanía
Gritó
¡Sólo cuchillas!
El General
se fue
a dormir para la muerte
El que padecía
murió en la última cuchilla
con el canto del pájaro
Era en Marzo y caía desde el Norte
y se levantaba
girando sobre su eje
el viento
y los pastos en la orilla
se lavaban
y regocijaban
y temblaban por ese viento
Ahora
cuando la tarde lustra estos ríos
sobre la rama más alta
sacudiéndose en la espera
canta el cardenal
Siempre
en Marzo
vengo y me voy
Fervorosamente
el sol del verano
quemaba ese día
las cosas
Era, el diablo
que bailaba y cantaba
Me había yo olvidado
de la oscuridad
y me llegué
por el camino de tierra
hasta el pueblo de siete casas
y en la calle no había nadie
porque el sol
quemaba las cosas
Me había yo
olvidado de la oscuridad
Las piedras reverberán
en el ruido de su dilatación
El sol implacable
las golpea
Liviana brisa
quiso defenderlas - defenderme
Evoco a pleno mediodía
el frio silencio de la noche
las espaldas se amoldan
a la piedra
la vista a la luz caliente
el camino cerca
en la tierra colorada
abovedado
En el cielo
lejos
vuela
una bandada
de bandurrias
La luz tiene
vaivén de nubes y viento
Los paraísos sin fragancia
y el campo
sin pasto
se refugian
al. calor
de la cueva de lechuza
Los tres paraísos
duermen
sobre la vieja tierra.
Calmo Noviembre llama a Diciembre
al silencio de los campos abandonados
Un vuelo de perdiz se alza
espantada
en el azul maduro de la tarde
Sigilosa la tarde
deslizándose
entre el cloc cloc de las cluecas
por la piel de los duraznos
y el regocijo de estas manos
en la tibieza feliz de los nidales
Se está solo
cuando la sombra
guardándose
en el hueco viejo de ladrillos rotos
se suspende
un momento
en los sillones
Y estas cosas imaginadas, muertas
hace tantos años ya, imaginadas
como si durmieran el polvo
en el estante colmado de siglo dieciocho
Huevos de pirincho
para el collar de ornato
mientras tanto
el tiempo bueno me envolvía
y el campo más allá
pastos dorados
se ponía negro
en silencio
Apenado el viento
en el follaje
merodea
en la claridad
confiadas
se fatigan
las últimas mariposas
Tu memoria
quiere olvidarse
En otoño
en la misma hora
vivíamos en las calles
Entre la parra
y la chimenea
quiere quedarse
el sol
entre la parra
y la chimenea
se está quedando
la noche
En el rincón
el olvido
sigue
acumulando polvo
Tu memoria
quiere olvidarse
También se muere en otoño
El aire
resbalando
con el ruido
de las hojas
se va
antiguo
como un viajero olvidado
El pitar de los trenes
alejándose
me deja
como un pájaro
sin alas
Mi vida es
un grito
un vuelo de chimango
sobre los campos pelados de julio
En el año mil ochocientos tres
el cura párroco
mandó llamar
al peor bandido mercenario
de esas tierras
y le entregó
una bolsa de oro
y la misión
de perseguir
y matar
los enemigos del Rey
Esa noche
el cura párroco
defecó
y bebió
el vino de misa
con
la mujer de uno de los perseguidores.
(o la muerte de Juana)
Detrás del paredón
del Tiro Federal
mi corazón saltaba
ajeno
al cribado ruido
de los fusiles
Me decía a mi mismo
puedo aún
seguir esperando
En el campo de más atrás
quedó la tarde tendida
de un balazo
Quedó abatido
contra el piso duro
En la pieza
de Santa Rosa de Lima
vivió feliz
Nunca pagaba el alquiler
Tuvo una amante
un fuelle, y
un viejo libro de Fray Luis
Los últimos años
no le importaron
acostumbrado a dormirse
en cualquier lado
Hoy
con Fernanda Pignarelli
(la que fue su amante)
le llevamos flores
Seguro que
le importó un bledo
En la ciudad
sobre la calle más larga
el sol
me descubrió
en el ritual
de lo que nace
Gorriones
tarde de abril
y una luz carrara
entre los árboles
Sobre el banco verdeviejo
se está cayendo el otoño
Vos amigo
triste figura
no estás más
Alejado
para siempre perdido
Y nosotros insistimos
en buscarte en tus lugares
Me viene danzando a la memoria
cuando reías y gozabas
Y la vida
en las madrugadas
de antes
de ahora
por estas mismas calles
Por la ventana el resplandor
sobre la mesa y las sillas
en la calle
la sombra inquieta de las bandadas
Huir de estas casas umbrías
hacia los pastos dorados
la flor de la alfalfa
azul
y amadas
que se recogen en cuartos blancos
Errante sobre los años pasados
en Oriente vestías de mil formas
luego en Occidente rodaste
rodaste
Vieja trotacalles
hasta un Lord inglés te perdió en una
[mesa de juego de Calcuta
Hoy nadie te comprende
blanca
virginal
pura
Palabras, palabras
Cuando suceda en mí la eclosión de los cielos
seré
como los antiguos
temeroso
En un verano propicio
de pasto amarillo manchado
mojaré los pies en el arroyo del sol
El aromo esparcirá
la sombra
donde ronda la mosca verde
El pozo más hondo llamará
cerrando su boca negra
Sin luz
como los antiguos
imploraré
Un espacio euclidiano para las dudas
Con Abril y la noche giramos
rondamos el sol en giro general
Círculos
esferas
Sobre el pedregullo caminando a la largo del camino
todo es un giro general
Se ha levantado el manto
por la senda del monte
se pierde la risa
Volverán los pájaros
sobre los techos
Vendrán
con un poco del gris
que les impregna el alba