RESEÑA DE POEMAS (1966-70), POR BASILIO URIBE

 

  

          De Bernardo Uchitel,  el redactor de esta nota no sabe nada; ni quién es, ni qué ha publicado antes. Tiene sólo ante si este poco más que un fascículo, con menos de treinta poemas que a veces no pasan de tres versos blancos, y que a veces por las características del libro, ni siquiera sabe sí son poemas autónomos, o si continúan en alguna página siguiente. Sin embargo, se atreve a decir que acaba de conocer a un autor con toda la pasta de un poeta cabal. Lo dice, es natural, con los más y los menos que supone la falta de información, pero sin desdorar lo que afirma.

          EI libro ha sido editado por La Ventana, cuyos títulos en materia de poemas alcanzan un nivel distinguido, en Rosario,  una ciudad no tan desmesurada como la nuestra.  Que un comentarista de Buenos Aires ignore a un poeta de aquí mismo, es casi inevitable. Que llegue a conocer uno que publica en Rosario, entra en los azares de la más remota casualidad. Sólo así se justifica que quien escribe estas líneas haya ignorado hasta ahora a un autor de la finura poética que caracteriza a Bernardo Uchitel.

          Lo típico de este libro es lo criollo. Con mayor precisión, lo criollo argentino. Algunos temas lo muestran deliberadamente: habla de malones, de Santos Vega, Tabaré, charrúas, Juan Moreira, Martín Fierro y el sargento Cruz. Pero en otros, que es lo que importa más, lo nuestro llega al lector por vía de los  cielos del interior argentino,  de los pastizales o el ámbito del campo vacío, sus aires y sus vientos sobre las cuchillas vistos con el cariño recatado del hombre de adentro: 

 

de la maceta grande

bambolea

el Jazmín de la abuela.

………………………….

En  la  tarde viento

viento de la gramilla

te aplacas

 

("Evocación del verano", pág. 7).

 

Era en marzo y caía desde el  Norte

y se levantaba

girando sobre su eje

el viento.

 

(Sin título,  pág.15)

 

En el cielo

lejos

vuela

una bandada

de bandurrias

 

(Sin título, Pág.19)

 

 

          Conviene aquí hacer  un aparte. Esos dos últimos fragmentos muestran no solamente la aguda percepción visual que todas las brevísimas descripciones de este corroboran, sino además, un conocimiento certero de la disposición tipográfica como recurso de expresión. A la medida de cada línea, que siempre emplea como reemplazante de los signos de puntuación, se añade ahí el paralelo entre la manera de advertir lo que se está viendo y la disposición tipográfica. En el cielo (una pausa gráfica para fijar la noción) lejos (otra pausa para entrar en la distancia) vuela (palabra suelta, volada del resto, en imitación de la idea que formula) una bandada (algo, no se sabe todavía qué, vuela, compacto, aislado, destacado en el espacio) de bandurrias (el conocimiento definido que completa la percepción).

          Ha ocurrido algo así como si de lo más visible, genérico e indefinido, la visión se hubiera acercado paulatinamente a lo que ocurría, primero, y a qué era lo que producía ese efecto, por último. El recurso de la cámara que se aproxima de más en más con vistas sucesivas, ha sido representado aquí como podría haberlo hecho un viejo haikai o la poesía concreta actual.

          Sin embargo, entre tales refinamientos asoman lugares lugares comunes: Un espacio euclidiano, quedó la tarde tendida de un balazo, como un pájaro sin alas.No son los únicos. Y si bien  es cierto que por la discreción con que se presentan no deshacen el lenguaje poético, le quitan tensión, lo aflojan o lo ahuecan.

          Conviene, pues, esperar a conocer otros poemas de Uchitel  para ponderar con mayor justeza sus valores. Por ahora corresponda destacar los méritos de este pequeño libro, que abunda en aciertos, y cuyo nivel, entonces, alcanza la sencillez depurada de la buena poesía.

 

 

(del Diario La Prensa, Buenos Aires, 1978)