Resorte negruzco, vaivén de escoba de acero
en tensa espalda, avión a tinki humano…
estocada de torero a mariposa.
La ciudad está inverbal,
poetizada por inexpertos,
esferas pequeñas de vidrio que gotean
se hacen trizas contra el suelo:
brillantismo de los patios juveniles…
El conejo urbano,
no reconocido por los gobiernos
ni por los ciudadanos,
está inmóvil
ante un minúsculo calvario
sonriente…muy sonriente…
(De: “Ruta de la inversión”)