MUCHOS ESCRITORES DEBEN DEDICARSE A LA ENSEÑANZA PARA PODER VIVIR

Muchos escritores en nuestro tiempo deben dedicarse a la 
enseñanza en 
los claustros pontificios para poder vivir: 
sacan todas las mañanas de sus jaulas los grandes pájaros 
del alba 
les sacuden las plumas negras y ponen en sus picos granos 
de oro 
Hubieran querido poder navegar en la rada y entrar al torpe 
mar Océano 
o llevar las noticias de los caníbales sudamericanos a la 
delicada Firenze 
pero su misión en la catequización de los naturales es más 
triste: 
abren 

cierran 
los evangelios carcomidos por el aire salobre 
del mar Océano y mientras enseñan la palabra de Dios 
"eso de poner el paz el alma" (dicen), "eso de ordenar el caos" 
(abjuran) 
sueñan con músicos gitanos con actores de la Bretaña y para colmo 
con las hermosas rameras que viven de las rentas en los palacios 
de Ayesha 
y por encima de las Epístolas de Pablo ven redondos culos hermosos 
(y) 
castos que desean besar o morder 
en los días de lluvia.