Como ya dijimos, el día en que el Australántropo o alguno de sus congéneres llegó a comunicar, no sólo una experiencia concreta y actual, sino el contenido de una experiencia subjetiva, de una “simulación” personal, nació un nuevo reino: el de las ideas.
JACQUES MONOD,
El azar y la necesidad
Cuando salté por la ventana el cielo estaba azul
y tenía adentro de mí una fuerza que era grande como la de un
{gigante
con el pecho increíblemente henchido como una vela en el viento
Nadie es claro hubiera sospechado que volaría a pesar de eso
aunque yo en mi interior estaba seguro
No fue como pudieron
{pensar un
suicidio más sino un vuelo más porque aquella fuerza iba a romper
la gravedad
además desde chico soñaba que volaba (problema que
{dejo
en manos de los psiquiatras)
Así cuando mi cuerpo flotó empecé a mover los brazos
delicadamente y me fui hacia los techos rocé las antenas de
{televisión
y traté de perderme entre las casas para no causar sobresaltos a
{nadie
iba volando como un chico en un campo de amapolas
pero de pronto sentí que la fuerza se terminaba
y que ya había dado mis vueltas previstas
Aquella alegría aquella
{felicidad
habían dado su máximo esplendor en el cielo entonces volví y entré
{por
la ventana
y aquí estoy otra vez en mi escritorio frente a esta
{máquina
contándoles cómo sucedieron las cosas que hoy los diarios comentan
como un número raro del circo como una prueba de fuego para la
{fuerza
de gravedad al fin abatida
siendo que igual me hubiera podido parar arriba de
{una silla
y extendiendo los brazos decir solamente a todos
“estoy vivo”.