SIRENAS EN EL TRIÁNGULO DE LAS BERMUDAS

 

 Hijas extrañas veneradas por los dioses

    (la mitad mujeres peces la mitad

    o con formas de pájaros desde los muslos)

 de las sirenas de Noruega se cuentan muchas cosas:

            que tejen y disfrutan de la música de instrumentos medievales

            que prefieren las uvas rosadas quizá en recuerdos imaginarios

            que gaviotas o alciones borran las negras aves de la niebla

que están dispuestas a los cambios de moda

que, en fin, a veces se convierten en rocas cuando Ulyses

se distrae con maniquíes que cantan.

  Lo que ninguno de los bestiarios dice a sus lectores

  es que una sirena morena del mar Caribe es más peligrosa

                que todas las sirenas de Apolodoro;

  y que a través de las fotografías más elementales, aun en

                                                                      [blanco y negro,

           al reír con sus ayes o balbuceos de poseída

           transforma en pájaros embalsamados

           a estos dones de la razón.  A mí, personalmente,

  además del calor y el color de su cuerpo

  me seduce el engaño con el cual, ella, al sacar la cabeza

                                                                        [fuera del agua

  incita inocentemente (o no) los ramos de adrenalina

                          los vicios del riñón

                          las sustancias químicas del tabaco.

  Por eso nos perdemos en estos pantanos selváticos.