TRES FORMAS DE MIRAR UN MIRLO

 

Creo que la mejor forma de mirar un mirlo

         es verlo a través de un poema de Wallace Stevens

         cuando salta haciendo pantomimas

         en el árbol del deseo.

Sin desdeñar lo anterior

         otra posibilidad es

escucharlo cantar en el oído del planeta

rodeado de aguas y acuarelas de grandes llanuras

         donde un caballo piensa a una potranca tracia.

Cuando se aparean parados en las violentas patas y

se oyen los bufidos del relincho

         las crines desparramadas sobre las crines

canta por última vez el mirlo entre los dientes.

Y por último los mirlos no pueden ser mirados

         donde no existen o donde han sido sustituidos

         por un mero zorzal o un gorrión chaqueño,

porque la realidad como dijo Borges

         “no tiene la menor obligación de ser interesante”