HIJO


¡Hijo!
¡Cómo empujan tus huesos!
¡Cómo crece tu carne a borbotones!
¡Cómo escapas de mi abrazo redondo!

Todo tu ser se multiplica ansioso,
con esa lozanía
de fruto madurado
con soles de cariño.
Hazlo por mí,
fortalece los brazos 
que habrán de sostenerme,
agudiza los ojos
que alargarán los míos,
brinda con amplitud el pensamiento
cuando lo exija mi razón menguada.

Y cuando yo, que regreso mis días
desandando caminos,
y cuando tú, que avanzas impetuoso
por senderos abiertos,
en un punto crucial nos encontremos;
entonces, hijo, como dos amigos,
cumplamos el ritual que nos confunda
en un solo deseo.
Un apretón de manos,
un abrazo profundo,
y ese ruego final que habrá en mis ojos
cuando encuentre los tuyos…
¡Hijo!...
¡Prolóngame en el tiempo!

(de: "Algo")