Esa mole de hierro que corría
imbatible, rugiente, poderosa,
una grisácea estela vaporosa
dejaba tras de sí, sobre la vía.
Cuando el agua y el fuego en armonía,
le daban una fuerza prodigiosa,
acortaba distancias, impetuosa
y el aire con las chispas encendía.
Tras un lejano y familiar silbido
entraba a la estación, con un bufido
en nubes de vapor desdibujada.
Un día la quitaron de los trenes
y se quedó perdida en los andenes
en las brumas del tiempo aprisionada.
(de: "Concordia en el recuerdo")