Niña beatriz vivió en estas palmeras. La casa no importaba.
Se sentaba a la siesta, entre el olor y el gusto
dulce de los cocos, y las moscas.
Mujer beatriz volvió con su marido.
Los cocos ya no estaban, le dijeron
que los daban a los chanchos.
(Esa beatriz leía la biblia y recordó cierto versículo)
Otra beatriz volvió con un amante.
Creía, ahora, en el aire fresco...
Caminó con él entre los huecos
de las palmeras que faltaban.
Doña beatriz- podría ser, o no, la última-
no vuelve.
Planta palmeras.
Y palmeras.
(De: 'Cada cual con su llave y en su noche', Nuevo hacer, Grupo Editor Latinoamericano, 2003)