Montado en pelo estoy sobre la tierra,
potro de sol y sombra coscojero,
con la sangre volcada en entrevero
donde la misma soledad se aterra.
Hoy, el campo su música destierra
hacia los cardenales y el hornero
y las chacras remontan un lucero
cuya raíz en el sudor se entierra.
El campo es hondo y luminoso, creo,
y por los aires cálidos y fríos
mis soledades y su luz arreo
y quedo en calma como los estíos,
porque aprendí a querer esto que veo
en una tardecita de Entre Ríos.