Creces junto a mis años, bienvenida,
y me quisiste.
Cruzas la soledad donde se anida
lo más triste.
Yo te aguardo y te quiero. Mientras tanto
luce la tarde su apagado aliento.
Oye vivir el viento, el viejo viento.
Y yo te quiero tanto...
Además el otoño despide su donaire:
las hojas que se caen en el suelo,
el manso sol, el cielo
y unas muchachas adornando el aire.
Yo estoy plantado en la ciudad. No hay nada
más triste y más brillante que esta ciudad ajena,
pero te quiero igual, con una pena
olvidada.
La ciudad tiene barrios simplemente lejanos
con tapiales oscuros y jazmines.
Puedes tocar, si quieres, los jazmines
levantando las manos.
Los viejos que se sientan en la plaza
y que conversan todo el sol frecuente,
cualquier día abandonan el banco,
humildemente