PALABRAS DE

 

Seguí esas palabras

¡Dale corré que se escapan!

No son mías te lo advierto.

Pero no dudes ni un momento,

¡con cuidado se ve que son pesadas!

Si te apuras las alcanzas.

Vienen de abajo, pero no a mi encuentro.

¿Ya las tocas?

Acércalas para que podamos escucharlas.

No lo entiendo, 

¿es que acaso las acunas?

¿son palabras de ternura?

¡Ay amigo quÉ placer!

Pensé que se leerían al revés,

 y su mensaje sería incoloro:

pero llenan de luz el ambiente 

¡Espera. No te marches!

¡No. Por favor no las guardes!

Dáselas a una madre.

Las necesita más que tú... y que yo, 

Las necesita por los dos y multiplicadas pues  suman más que sumadas.

O dáselas a ese vientre,

O tal vez a una niña en cuerpo de mujer grande.

Que acunen las palabras un pesebre de manjares y de panes.

De tibieza contenida, de algún alma devenida, a soledad, a melancolía.

Es que no te pertenecen, no te ciegues, 

Toca esa panza en movimiento, se revuelven las entrañas y da patadas desesperadas.

Si le das esas palabras, tal vez la desesperación pasa.

La ternura no se agota amigo mio, 

es dañosa si no la dejas libre,

llena lugares vacíos al expandirse.

se contagia, 

se hace grande.

Se vuelven alas de miradas fugaces.

Se vuelven brazos de abrazos en llamas.

Vuelve a mí esos ojos, no te sientas cobarde, 

que ese miedo te eleva, te saca de las profundidades.

Me alegro que lo entiendas

¿ya ves?

has calmado a ese niño también.

A esa madre le fluyen las palabras de paciencia,   

y la niña en un cuerpo de mujer grande, finalmente se llena de esperanza,

terminará por convertir  su infancia en un lecho de dulzura y magnolias.

Y tú te llenarás de gozo: habrás amado.