NO SALGAMOS DEL PARQUE TODAVÍA

 

No salgamos del Parque todavía,

y fueron sus dolientes ojos claros

dos ingenuos y tímidos amparos

del ruego que en sus labios florecía.

 

5          Nos vio el sendero que se atardecía

        juntando rosas de rubores raros,

las efímeras rosas de los claros

crepúsculos enfermos de poesía.

 

Recorrimos soñando los caminos 

10        de la glauca sauceda y de los pinos

que se dan cita con la luna pálida

 

y en el lento regreso parecía        

que su mirada amante me decía

hoy es tu voz más temblorosa y cálida.

En Primeros poemas