“La vida misma te motiva a escribir”
Por Gonzalo Acosta Tito, para Revista Panza Verde, 05-2012
Adolfo Argentino Golz recibió a la Panza Verde, en su hogar de la calle Italia, un viernes 13 de abril en la ciudad de Paraná bajo un cielo encapotado de nubes que anunciaban alguna lluvia otoñal.
Periodista y escritor, nacido en Nogoyá provincia de Entre Ríos en 1930. Hijo de madre vienesa, cuyo oficio consistía en confeccionar sombreros para la Opera de Viena, allí transcurrió su infancia en época de “el Anschluss”; la anexión de Austria con Alemania, donde vio desfilar a Adolf Hitler: “recuerdo que era una persona baja y muy seria, te digo porque esa cosas se te graban en la memoria, a pesar de los años pasados, pasó haciendo el saludo hitlerista, me acuerdo bien patente, como un recuerdo de la niñez”.
Entre sus obras se cuentan: “El hombre incompleto” (cuentos), “Las exposiciones agropecuarias” (trabajo de investigación), “Las manos del montonero” (recitado), “Ocho cuentos octogonales” (cuentos), “Crónicas de Entre Ríos” (compilación), “Todos los hombres, ningún amor” (cuentos), “La gargantilla negra” (cuentos), “Daniel Elías, el poeta del sol” (ensayo) y “El mate en aires de coplas” (poesía).
La publicación de su libro de cuentos “Ocho cuentos octogonales” le mereció la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores [SADE], así como también su escrito “Daniel Elías, el poeta del sol” le tributó el Premio Fray Mocho de Ensayo (máxima distinción literaria otorgada en la provincia de Entre Ríos).
Adolfo Argentino Golz es Ciudadano Destacado de Paraná y Nogoyá, y fue reconocido por el Congreso de la Nación como un Notable Mayor de la Argentina. Ha integrado las redacciones de la mayoría de los medios gráficos de Paraná; ha recorrido España, Holanda, Francia, Bélgica, Luxemburgo, Austria y Hungría en viajes periodísticos. Es parte de numerosas antologías. Una de las últimas se hizo en Gualeguaychú y estuvo a cargo de María Eugenia Faue y fue “Antología del humor entrerriano”.
Golz hombre de viva historia que supo conocer, tratar y aprender de comprovincianos de la talla de Marcelino Román, Juan L. Ortiz, Amaro Villanueva, María Esther de Miguel, Reynaldo Ros, Gaspar L. Benavento, Andrés Chabrillón e Isidoro Blaisten, entre otros.
Nos convidó café y su hablar sosegado, entre ríos de palabras, para así prestar nuestra escucha al don de la comunión, al milagro de toda comunicación auténtica, allí donde el lenguaje es la casa del Ser y los pensadores y los poetas son los custodios de esa morada que habita el hombre.
- ¿En qué lugar de Entre Ríos naciste y en qué año?
- Nací en Nogoyá el 8 de febrero de 1930, hijo único, a pesar de eso tengo un hermano porque Julio César Méndez, el artista plástico, también es hijo único, entonces un día me dice “me hubiera gustado tener un hermano como vos”, y yo viceversa. Y a partir de allí decidimos ser hermanos en el afecto.
- ¿Cuál fue su formación académica?
- Estudié Literatura y Ciencias de la Educación, y me especialicé en Comunicación.
- ¿Cómo fue su trayectoria, vivió su infancia en Europa?
- Sí, viviendo en Nogoyá, tuve un problema de salud, mi madre era vienesa y mi padre era argentino teníamos un almacén de ramos generales, y a los seis meses el doctor encontró un punto oscuro en los pulmones, el tema era para un especialista, y los mejores estaban en Europa, y mi madre que era vienesa aprovecho la volada y decidimos volver a Viena.
Mi madre era modista de sombreros, era muy creativa en cuanto a la confección de sombreros. Hacia sombreros para la Opera de Viena, fue así que tuve la oportunidad de ir desde muy chico a la Opera, porque le daban entradas los artistas.
- Usted cuenta en su epiprólogo del libro “Cuentos desde Entre Ríos” que vio a Adolf Hitler…
- Así es. Yo fui a la escuela primaria en Austria y volví a los nueve años. Estuve allá cuando ocurrió la anexión “el Anschluss”[unión] de Austria con Alemania, aparte Hitler no era alemán era austriaco. Entonces un día nos llamaron y nos dieron banderitas con la esvástica, nos hicieron formar en la calle y se hizo el desfile encabezado por Hitler. Recuerdo que era una persona baja y muy seria, te digo porque esa cosas se te graban en la memoria, a pesar de los años pasados, pasó haciendo el saludo hitlerista, me acuerdo bien patente, como un recuerdo de la niñez. Cuando la cosa se puso fea, como yo era ciudadano argentino, desde la embajada nos ofrecieron si queríamos volver, antes que estallara la guerra. Así fue que nos embarcamos en el ´39 en el barco Santa Rosa desde Hamburgo, un mes viajando con el temor de ser torpedeados, llegamos a Buenos Aires y de allí a Nogoyá, porque mi madre tenía a su hermana. Fui a la primaria sin saber una palabra del castellano, hice dos grados en un año, fui aprendiendo el idioma, uno cuando es chico tiene la lengua blanda y puede aprender el idioma. Llegué hasta 4º grado, y nos vinimos a Paraná, donde había otro campo para el trabajo de mi madre. Terminé la primaria en Paraná, y fui al Colegio Nacional.
- ¿Su primer trabajo es en el ámbito del periodismo deportivo?
- Sí, yo creo que todos pasan por esa escuela. Haciendo periodismo deportivo entré en L.T. 14, que se fundó el 8 de julio de 1945. Yo empecé como cronista deportivo en un diario que se llamaba “El Noticioso” en el año ´44, a mis 14 años, además hacía periodismo escolar en la escuela, hago mención a este hecho porque el periodismo escolar se ha perdido, y se hizo en el ´43 la primera exposición de periódicos escolares de todo el país, acá en la biblioteca popular de Paraná. Y ahí fuimos con tres compañeros de grado.
Como yo trabajaba en un diario oficialista que estaba enfrente a la Casa de Gobierno y todas las noches iba el gobernador el doctor Héctor Domingo Maya, y un día me pregunta cuanto años tenía y le digo diecisiete, y entontes dice “bueno cuando cumpla dieciocho véame”. Y así fue que cumplí dieciocho y lo fui a ver, y me propone trabajar en la gobernación. Y en primer lugar me otorga un puesto de encargado en asistencia social, que consistía en controlar todo lo que mandaba la Fundación Evita de Buenos Aires. Y después le pedí pasar a prensa que era lo mío, y estuve en la dirección de prensa once años, como redactor de los boletines oficiales. Había una dirección de prensa para toda la Casa de Gobierno, hoy en día cada ministerio tiene su dirección de prensa y cada legislador tiene su asesor de prensa.
- ¿Su primer de cuentos se título “El hombre incompleto”, en qué año fue?
- Se publicó en el año ´54, recuerdo haber hecho 500 ejemplares que tuve la suerte de que en pocos meses se agotaran.
- Leí que lo considera como un “pecado de juventud” a este libro, ¿Por qué?
- Porque yo siempre tenía la idea de que para publicar un libro había que ser más maduro, pero el director de prensa Rafael Rovira Vilella, que además era un gran escritor, me alentó que lo publicara.
- ¿Y de que trataba el cuento ´el hombre incompleto´, si lo puede sintetizar en una frase?
-En síntesis, era el hombre al que le faltaba la sombra…
- ¿Qué cosas lo han motivado para escribir?
- La vida misma te motiva a escribir. Cuando me surge una idea, no estoy tranquilo hasta que esa idea no la llevo al papel.
- ¿Qué influencias tiene a la hora de su creación literaria?
- La música clásica me ayuda mucho. Me encanta [Ludwig van] Beethoven, [Wolfgang Amadeus]Mozart y [Piotr Ilich]Tchaikovsky. La sinfonía número21de Mozart es maravillosa. Nuncio Paolo Mantovani me gusta y también el tango y el folklore. Y me encanta la opereta.
- ¿Con qué escritores se siente identificado?
- Yo me siento identificado con Eduardo Galeano.
- Le voy a nombrar tres personas y usted me cuenta sus pensamientos sobre ellos:
María Esther de Miguel, Andrés Chabrillón y Juan L. Ortiz.
- María Esther de Miguel para mi fue una de las mejores escritoras que hemos tenido en el país, además de ser la escritora que más vendió, una virtud de ella era la humildad y la predisposición a servirte, y la fortaleza que ha tenido después de padecer durante muchos años un cáncer de colon, ella igual iba a todos los actos y a las invitaciones para las conferencias, me acuerdo una vez que me dijo “Estoy muy dolorida”, y yo le digo vamos a suspender, y ella repuso “no, de ninguna manera yo me debo a la gente”. Fue y dio la conferencia y nadie se dio cuenta de su sufrimiento. María Esther de Miguel era una mujer excepcional. Ella se casó de grande, ella siempre decía una cosa “yo llegué tarde a la vida y al matrimonio”, ella se casó con Andrés Bravo, otro amigo mío, gerente de distribución de la librería Ateneo de Buenos Aires.
Don Andrés Chabrillón era un hombre que yo conocí, ante él sentía un gran respeto y lo quería mucho, pero no había una llaneza en el trato por la diferencia de generación, tuve la suerte de conocerlo y tratarlo y de compartir buenos momentos, de que me obsequiara sus libros. Era como estar ante un tótem de la poesía.
Juan L. Ortiz era un personaje. Tuve la suerte de ser compañero y amigo de adolescencia de su hijo, Evaro Ortiz, Evaro o “Cacho” como le decíamos era un gran barítono. A través del hijo lo conocí a Juan L. iba la casa muy seguido. Tomar mate con Juan L. era una tortura, porque tenía los mates largos y finitos, y la bombilla larga y finita, todo era largo y finito, y hablaba él, y por ahí se metía en un tema, y te lo explicaba muy pausado y se olvidaba el mate. Y la señora doña Gerarda, era vasca, y según se decía inventó el termo, cansada de lo largo y finito, tomó una botella de ginebra bolz que no eran de vidrio sino de cerámica, ponía agua caliente dentro de la botella, la envolvía en una pañoleta y se la daba a Juan L. para cebar mate.
- ¿Por qué Juan L. Ortiz es el poeta con mayor reconocimiento fuera de Entre Ríos?
- Juan L. tuvo apoyo político, era comunista. Tenía su posición de izquierda, y así lo llevaron a la China y a la Unión Soviética, y toda esa idolatría que había desde la izquierda hacia Juan L. eso creo que lo proyectó, primero lo calificaban de comunista y después se daban cuenta de la importancia de su poesía.
Juan L. era muy generoso, yo sé de colegas, que le pedían carpetas con sus originales y no se los devolvían. Yo creo que se ha perdido mucho de los originales de Juan L. la obra completa de él, no es todo lo completa que debería ser. Juan L. escribía muy bien en prosa, yo compilé un libro que se llama “Crónicas de Entre Ríos” que lo editó Jorge Álvarez, lasCrónicas fue un libro que tuvo bastante trascendencia y ahí hay un trabajo de Juan L. muy poco conocido que se titula El otoño en Paraná.
- Un cuento que le gustaría haber escrito…
- De Julio Cortázar Todos los fuegos el fuegoy Casa Tomada, y hay un cuentista de Santa Fe llamado Edgardo Pesante, gran cuentista.
- ¿Cómo ves el tema de Entre Ríos en relación a los escritores y su vínculo necesario con las publicaciones editoriales?
-Entre Ríos es una tierra fecunda en materia de escritores.Lo que ha llamado la atención es que salvo los diarios y en alguna medida la Editorial de la Provincia, Entre Ríos carece de editoriales fuertes para que los escritores compartan sus creaciones… Los escritores que se han consagrado en la provincia debieron radicarse en Buenos Aires, son muy pocos los casos que estando en la provincia pudieron trascender. Ante la falta de editoriales de libros, los diarios siempre fueron espacios generosos para la actividad literaria.
- ¿Qué se encuentra haciendo en el presente?
- Cuando me jubilé del INTA, espacio en el cual me desempeñé como Jefe de Comunicaciones de Entre Ríos, me vinieron a buscar de la Fundación Mayorazgo y luego de la Fundación OSDE filial Paraná. La Fundación OSDE tiene un grupo de apoyo cultural, del cual formo parte junto a Carlos Marín, Francisco Scutella, Roberto Romani y RúbenClavenzani. Además manejo un espacio de arte de la Clínica Modelo. Es decir, actividad tengo, aunque ya no salgo tanto.
- Hay un epígrafe de Miguel Ángel Andreetto de su cuento Mañana se va Eugenio que reza “El tiempo, ese peregrino incansable, ha pasado cerca de nosotros, sin que nos diéramos cuenta, a un ritmo que cada vez se asemeja más a lo veloz…” ¿Cómo ha sido el recorrido del tiempo en su vida?
- Yo he vivido sin pensar en el tiempo, dejo que el tiempo pase. No yo viviendo al tiempo, sino que el tiempo me viva a mí. No darle demasiada trascendencia al tiempo, si el tiempo pasa igual. Una vez me preguntaron si pasado el tiempo de tantos años, me tocara ser joven otra vez que haría, y yo respondí “lo mismo que he hecho hasta ahora”.