LIZETA, UNA INTERPRETACIÓN


Hernan Lasque con Fernando Belottini en la presentación en ConcordiaEn un sentido literal podría leerse a Lizeta, la nouvelle de Hernán Lasque, como lo que cuenta un profesor de biología en su agonía. Un “delirio” que el personaje le solicita a su hija que anote (y ella lo hace en tercera persona) y comienza con la partida del personaje principal  (Florencio Lizeta) en busca de su amada Lucía para festejar el cumpleaños de ella. Lo que sería una reunión íntima, corriente, se transforma en el secuestro de ambos llevado adelante por policías contratados por una misteriosa organización.

El lugar del secuestro es una especie de laberinto o madriguera por el que son conducidos para entrevistarse con el líder de esa organización, que no es otro que Gregorio Samsa (el personaje de La Metamorfosis, de Kafka), ya transformado en insecto, que luego interpelará al profesor Lizeta por un ensayo que supuestamente escribió alguna vez y versaba sobre la Bioliteratura. La nouvelle concluye con un poema.

Tal vez si nos quedáramos con esa anécdota, podríamos apreciar cierta pericia del autor en crear un marco donde la ambigüedad y lo fragmentario conserva cierta coherencia, y hasta discutir con él algunas apreciaciones del “frágil” Lizeta, si es que esos “valores” son rescatables.

Pero, para nuestra gratificación, esta nouvelle, reconoce su potencia  en la carga simbólica que despliega. Y, si hay que definir la obra con una frase, podría decirse que es un viaje que busca o pretende un encuentro con la Literatura. Y dicho así parece una idea descabellada, o pueril, porque toda obra pretende serlo. Sin embargo, en este texto (y hasta me animaría decir desde su tapa renacentista), existen indicios, metáforas de ese viaje.

En principio, el nombre del personaje: Florencio Lizeta, más allá del chiste de que un profesor de biología se llame Florencio, suena como el diminutivo de flor de lis. Florcita de lis.

Dice Wikipedia que: Para los alquimistas, a partir del Renacimiento, segunda mitad del siglo XV, la flor de lis se tomó como símbolo de su bien hacer y lo unían a sus blasones cuando lograban alcanzar gran iluminación (la piedra filosofal). La flor de lis simboliza el árbol de la vida, la perfección, la luz, la resurrección y la gracia del dios que ilumina... primero, Thot - Hermes es el dios mago que aparece junto a Isis cuando ésta quiere devolverle la vida a Osiris. Él vino a enseñar la grandiosa doctrina secreta de la luz interna a los sacerdotes de los templos. Les enseñó que la luz era universal y que esa luz era dios, quien mora en todos los hombres. El segundo es Hermes Trimegisto, un famoso legislador, sacerdote y filósofo egipcio, que vivió hacia el año 2.630 a. C. Hermes enseñó a los hombres la escritura, la música, la medicina, la astronomía, el ceremonial para el culto de los dioses, y también enseñó a ciertos discípulos las ciencias secretas (la magia, la alquimia, la astrología).

Por otro lado, lis es sinónimo de lirio y la etimología de delirio nos dice significa salirse del surco, porque lira en italiano también es surco. Quizás, quien pretenda hacer literatura se esté saliendo del surco, de lo corriente. Y Florencio es secuestrado de lo corriente para ingresar a un mundo ficcional. Es decir: Florencio en su delirio va al encuentro de Lucía (de la luz, de la muerte, de la belleza), pero es secuestrado por una fuerza oculta (primero policial) que lo introduce en una madriguera.

La madriguera, la construcción, la guarida o la obra, esas fueron las traducciones del título del que se cree es el último cuento incompleto de Kafka y al que se lo lee como una metáfora de la creación. Y Florencio es secuestrado justamente por Samsa, el personaje de “La metamorfosis”, que suele leérselo como el emblema del escritor que se transforma para conseguir el aislamiento perfecto.

Kafka en una de sus cartas a Felice, comenta:Para poder escribir tengo necesidad de aislamiento, pero no «como un ermitaño», cosa que no sería suficiente, sino como un muerto.  El escribir en este sentido es un sueño más profundo, o sea, la muerte, y así como a un muerto no se le podrá sacar de su tumba, a mí tampoco se me podrá arrancar de mi mesa por la noche.  Esto no tiene que ver directamente con la relación con los hombres, pero es que sólo soy capaz de escribir de esta forma sistemática, coherente y severa, y por lo tanto, sólo puedo vivir así.

Justamente, Florencio Lizeta también se dirige hacia la muerte, la situación ideal según FK para la creación literaria.

Para reforzar estas asociaciones, en la página 62 de Lizeta, leemos: A ver si me explico, Lucía, no quiero sonar rebuscado, vos leiste mi ensayo, bueno... esto no es otra cosa que un ajuste de cuentas: cuando se vio­lenta el natural proceso recíproco de fluidos biótico-creativos pasa esto, es la rendición debida a la gran rueda de la creación en las artes, en este caso la Literatura, ella viene y te mira a los ojos, y vos tenés que sostener esa mirada tal vez inquisidora. La Bioliteratura es el estudio que pretende el conoci­miento de las leyes que rigen la rueda de la existen­cia, de la vida de la creación literaria. Pero es evi­dente que no he sabido exponerlo con precisión.

Y, como decíamos, la nouvelle se cierra con un poema. Octavio Paz, en El arco y la lira:

La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo; crea otro. Pan de los elegidos; alimento maldito. Aisla; une. Invitación al viaje; regreso a la tierra natal. Inspiración, respiración, ejercicio muscular. Plegaria al vacío, diálogo con la ausencia: el tedio, la angustia y la desesperación la alimentan. Oración, letanía, epifanía, presencia. Exorcismo, conjuro, magia.

 

Fernando Belottini