TRAGEDIAS

Cada día minúsculas tragedias
renuevan sus escenas, las replican,
o cambian luces, sombras y horarios:
el pichón solitario que, desvalido,
cae desde la rama hacia
la incertidumbre de la hierba;
las hojas del otoño
que empobrecen, agónicas, sus verdes;
la mirada perdida que en vano
busca un ángel por el aire celeste;
el rostro desvelado
que indaga por su origen en la noche
y, en perplejo silencio, al regresar al día
se descubre desnudo
de frente ante una Nada luminosa
que, a la vez, es el Todo.