Sacá tu ropa de mis ojos recién levantados,
que en la espesura de hilos mueren los rayos, amor,
de éste, el día nuevo.
Guardá esas ropas,
que no puedo latir este amor
entre telas apelmazadas.
Y el aire que respiro no es del día que florece.
No quiero amenazarte, de nuevo, con tirarlas
No quiero odiar
a las que inventan tus gestos, después de nada.
¡Sacá tus ropas, amor!
de las sillas,
de la cama