ROBERTO CASTILLO

Reflexiones acerca de la importancia de la educación estética en la formación docente

por Roberto Castillo (*)

 

Ya H. Read en su obra “Educación por el Arte” nos demostraba que era posible y nos invitaba a poner en práctica la propuesta realizada por Platón, acerca de que el Arte debe ser la base de la Educación.

Partimos entonces de que la finalidad de la Educación es desarrollar al mismo tiempo que la singularidad, la conciencia o reciprocidad social del individuo. Y por supuesto esto se alcanza mediante el desarrollo de la sensibilidad estética.

En otro pasaje de su obra que se cita textualmente dice: “Para extender más aún la metáfora, mis propuestas son de índole federal. Creo que el defecto de nuestro sistema educacional ( Él hablaba del sistema educativo inglés), es precisamente nuestro hábito de establecer territorios separados y fronteras inviolables: el sistema que propongo en las páginas siguientes tiene como único objeto la integración de todas las facultades biológicamente útiles en una actividad orgánica [...] En última instancia, no hago distinciones entre Ciencia y Arte, salvo como métodos, y creo que la oposición creada entre ambas en el pasado se ha debido a una concepción limitada de ambas actividades. El Arte es representación, la Ciencia es explicación – de la misma realidad.”[1]

Víktor Lowenfeld en su libro “Desarrollo de la Capacidad Creadora” nos dice que “desarrollar la conciencia estética significa educar la sensibilidad de una persona respecto de las experiencias perceptivas, intelectuales y emocionales, de manera que las mismas se formen más profundas y se integren en un todo armoniosamente organizado.”[2]

Sabemos que posiblemente el medio más adecuado para alcanzar la conciencia estética  antes mencionada sea el trabajo agudizando y profundizando la sensibilidad de los alumnos (futuros docentes) y fortaleciendo su poder de autoexpresión. Para no dejar lugar a dudas entendemos que la Estética no debe confundirse con la mera apreciación del Arte, ya que el sentido estético puede ser una forma básica de relacionarse, de situarse en el contexto y vivir. Es decir, el hecho de mirar, responder, de sentirse parte de algo, tener conciencia de sonidos, melodías, texturas, gestos, formas, colores, de reaccionar ante diferencias y semejanzas, gustar o no de un objeto, identificar las distintas organizaciones, son parte de la respuesta estética, y parte de ese desarrollo estético que hoy proponemos repensar.

La Estéticapuede considerarse como una reacción, una respuesta que no es objetiva ni tiene relación con la persona ante el contexto, y, como tal, la Estética puede ser un intento de descubrir la naturaleza del propio Yo. En palabras de Lowenfeld, las creencias y valores que tienen prioridad sobre el conocimiento.

En definitiva, la formación docente no debe descuidar la importancia del desarrollo del sentido estético y la respuesta estética del sujeto a su contexto, para ampliar en el alumno-docente, la conciencia de sí mismo y de todo lo que lo rodea. “La crisis generalizada exige docentes que sean capaces de reflexionar y operar sobre la complejidad de la situación, de vivir los valores que se aspiran recuperar y resignificar, de dar paso a la imaginación que en este caso es más poderosa que la razón, porque puede transgredir y desde allí motorizar el conocimiento...”[3]

No debemos olvidar que la Institución formadora, el medio en que se mueve el docente, su nivel socio-económico, factores culturales de este espacio y este tiempo, su contacto con las condiciones de vida de las personas que dan forma a su comunidad, su capacidad para ser flexible en su pensamiento, etc.; todo ello influye en el desarrollo de su conciencia estética. Y debe comprenderse que esta no se refiere exclusivamente al Arte, sino que también se relaciona con una integración intensa del pensamiento, el sentimiento y la percepción, siendo así  responsable de una mayor sensibilidad hacia la vida en general  y en lo particular, de dar entidad real a su protagonismo en la creación de un nuevo orden social-ambiental más justo e inclusivo, sin explotación y con solidaridad; para recuperar la esperanza e instalar el deseo de transformación, de enseñar y aprender.

La enseñanza y el trabajo con el Arte en las Instituciones de formación docente de nuestra provincia y a través del tiempo se han caracterizado por ser un aspecto nada más que periférico y/o complementario en los currículos (salvo aquellas instituciones de formación específica en algún lenguaje artístico). En el ámbito nacional sucede algo similar ya que en los N.A.P. y en las recomendaciones para la elaboración de diseños curriculares, como para coronar un proceso cada vez mayor de desentendimiento con la formación estética, ni siquiera se los menciona. Están ausentes, salvo en aquellas propuestas variables o complementarias, donde se podría incluir una oferta de actividades variables complementarias u optativas, casi como aquellas propuestas de actividades y/o  temáticas transversales que casi siempre caían en el olvido de nuestras prácticas y eran eclipsadas por aquellas disciplinas consideradas centrales para la formación.

No olvidemos que las propuestas variables o complementarias están dirigidas a la apertura y ampliación cultural, que diversos estudios y experiencias internacionales han destacado y mostrado su valor en la formación de los profesionales. Entonces,  reconociendo su importancia, consideramos insuficiente pararnos sobre un potencial simple o imperfecto (podría) para fortalecer el desarrollo de los estudiantes en cuanto a su formación cultural y el desarrollo de capacidades específicas para la formación permanente.

Se nos ocurre aquí aclarar que cuando hablamos de Educación Estética y del lugar del Arte en nuestros proyectos curriculares no sólo hacemos referencia a la Educación Plástica y Musical, sino también  a la Expresión Corporal, la Dramatización o Formación Teatral y la Danza. Estas últimas ni siquiera alcanzaron a rozar la parte final de los proyectos y propuestas de trabajo.

Tomando una clasificación realizada por  Elliot Eisner, existen dos tipos de justificaciones para la enseñanza del Arte:

  • Unas instrumentales en base a necesidades concretas de trabajo de los docentes y la sociedad. Son las de justificación contextualista.
  • Otras destacan la contribución a la experiencia y al conocimiento humanos que solo el Arte puede ofrecer. Son las de justificación esencialista.

Necesitamos imperiosamente no una currícula que excluya la formación artística sino aún más una que sea significativa y relevante, que brinde mayor espacio, carga horaria y reconozca ciertamente el valor que se merece la Educación Estética. ¿O es que debemos considerar a la Educación Estética en un plano inferior respecto al de otras disciplinas?.

Dice Eisner, “En mi opinión, el valor principal de las artes en la educación reside en que, al proporcionar un conocimiento del mundo, hace una aportación única a la experiencia individual.”[4]

En esta misma obra el autor, se pregunta cuáles son las funciones del Arte, cuestionamiento que por supuesto está en íntima relación a lo que estamos nosotros repensando y, no sin ocuparse de varias posibles respuestas, concluye diciendo esto que transcribimos, ya que es inmejorable la claridad y la sencillez con que lo hace, y que nosotros no podríamos mejorar: “El arte proporciona también los vínculos que consolidan el rito. Produce afiliación mediante su poder de impactar en las emociones y generar cohesión entre los hombres. Revela lo inefable y amplia nuestra conciencia. En resumen, las funciones del arte son múltiples. Si realizar tales funciones es tarea de la educación, entonces difícilmente puede negarse el lugar del arte en dicha tarea.”[5]

Como nos ha venido sucediendo hasta aquí, nos surge una nueva pregunta. ¿Si todos reconocemos el valor formativo del Arte, teniendo tan diversas funciones, puede ocupar un lugar tan relegado en nuestra currícula y sistema educativo?

Claro, en este punto Uds. podrían decirnos que Herber Read habla del sistema educativo inglés, que Lowenfeld y Eisner han desarrollado sus propuestas para Estados Unidos, y esto es acertado, pero entonces veamos qué sucede con estos mismos planteos en nuestro contexto más cercano temporal y espacialmente.

Decía Ramón Lema Araujo hace unos años atrás... “Ante una sociedad inclinada al consumismo y a la cosificación, levantamos como bandera pedagógica el hábito creador en lugar del hábito imitativo, desgraciadamente destino final de la mayoría de los seres humanos [...] nunca como ahora la crisis ha sido tan profunda. ¿Qué estamos haciendo nosotros por estas nuevas generaciones que están perdiendo su capacidad creativa y expresiva ante el avance de una sociedad maquinizada en las grandes ciudades y pauperizadas en las zonas rurales?”[6]

También nosotros al igual que Araujo nos preguntamos qué estamos haciendo por nuestras generaciones venideras y agregamos las actuales.

¿Por qué se nos plantea esta sensación, que en algún momento se nos hace carne y cobra cuerpo, de indiferencia hacia los docentes, los maestros, los creadores?

¿Por qué esa sensación de que las políticas que se implementan, o por lo menos sus decisiones prácticas, no son adecuadas y quedan siempre fuera del contexto?

¿Por qué no se vivencia en la práctica aquella consigna de generar oportunidades para todos y superar desigualdades?

Redistribuir la riqueza es también revalorizar nuestro ser latinoamericanos, argentinos, y entrerrianos; superando ese famoso diálogo de ideologías para alcanzar el diálogo de las culturas. Más precisamente de las culturas populares que son el complejo sistema de símbolos de  identidad que los pueblos preservan, crean y recrean a partir de una interacción directa como respuesta solidaria a necesidades compartidas. Alcanzar una verdadera democratización de la cultura para cada uno de nosotros. En palabras de Adolfo Colombres[7] se puede afirmar la certeza de que sus valores colectivos constituyen también una parte del patrimonio humano que algo añadimos al mismo y sobre todo si se entiende por patrimonio humano lo que debe ser, es decir, un concierto sin exclusiones y jerarquías. Hacemos la salvedad de que adherimos a lo propuesto por Colombres, pero revisado desde la idea de Roberto Follari[8], que expresa que es imposible pensar las culturas populares fuera del mundo globalizado de hoy, porque eso sería pensar la identidad como metafísica y estática (recomendamos esta lectura como complemento para describir y comprender en forma más acabada el contexto latinoamericano).

¿Qué mejor, como decíamos al principio, que la formación estética para transitar estas propuestas?

A nosotros nos parece significativo sumar a esta fragmentación la palabra crisis, que nos interesa pensar como concepto (que sabemos  no es sólo eso, es decir no sólo se hace presente en el pensamiento, sino que también se hace presente en nuestros cuerpos  y el cuerpo social).

Una de las definiciones de crisis nos habla de que se trata de una mutación importante en el desarrollo de procesos físicos, históricos y espirituales, que no dejan actividad humana libre, que abarcan a todas las actividades y ámbitos que se nos puedan ocurrir.

Así presentada la crisis, da la sensación de ser solo un concepto despersonalizado y para salvar este pequeño escollo, veámosla en un nivel más personal, (donde todos y cada uno de nosotros se podría reconocer más fácilmente), se manifiesta por una sensación de impotencia, de darnos cuenta del estado de situación y de no poder generar respuesta o reacción para enfrentar la problemática y superarla. Nos quedamos inmóviles.

Escena de hace un mes atrás, en una de nuestras instituciones de formación docente, donde trabajamos:

Primera reunión de comisión institucional para repensar las recomendaciones para la elaboración de diseños curriculares.

_ [...]  ¿yo me pregunto qué nos está pasando, pero no sólo como docentes, sino también como seres HUMANOS, como SOCIEDAD?...

Una mesa de madera oscura, rectangular, larga y angulosa. De un lado un banco “chorizo” y del otro algunas sillas de fórmica blanca y caño estructural, ubicadas casi sin un orden lógico.

Ocho personas, siete mujeres y un varón; edades aproximadas en un promedio de entre treinta y cinco, y cincuenta años.

Rostros cansados y cuerpos acompañando y reforzando el gesto.

Luego de la pregunta antes mencionada, SILENCIO; unos segundos así y pequeños movimientos de cabeza por parte de algunos de los presentes, como reafirmando la pregunta.

Una SONRISA y más SILENCIO.

NO hay respuestas, ¿Qué nos pasa?

Los rostros consuenan con la palabra y los cuerpos también.

Un termo celeste y un mate amargo frío.

¡Bueno!, no importa, total entre palabras, gestos, silencios, nervios y pequeños destellos de claridad hasta el agua se nos había terminado.

Nos sentimos solos, no acompañados, confundidos, si nos queda fuerza avizoramos el futuro oscuro o vacío y el presente inmóvil, sin posibilidad de movimiento alguno. Como dice Alfredo Moffat “la crisis se manifiesta por una experiencia de paralización de la continuidad de la vida. Hay una pérdida en la continuidad en el vivir y el “yo” no se percibe como una sucesión inteligible.”[9]

Se subestima la importancia de las relaciones humanas, crece la injusticia, el ser y el tener son los dos extremos que hoy gobiernan nuestras vidas. Cada vez más se abandona la condición humana.

Nos hemos ido y continuamos yéndonos muy hacia “afuera”, hacia los objetos, las cosas y olvidamos el crecimiento hacia adentro, el enriquecimiento del interior.

Se deteriora la autoestima, se distorsiona la identidad y con el tiempo estas condiciones de vida – debida – nos llevan al aislamiento, el desinterés y la indiferencia.

El sujeto se desintegra, se escinde, se llega la estado que Durkheim llamó “anomia” y por supuesto esto que nos sucede desde lo individual tiene su correlato social, una sociedad dividida y escindida. Situación esta que no nos permite recuperar la esperanza y en nuestras escuelas e institutos de formación se sigue fragmentando, se sigue gestando una cultura que no indaga, que se conforma con las propuestas y mientras tanto todos perdemos la capacidad de responder. Tal lo expresado unos párrafos atrás citando palabras de Alfredo Moffat, se nos paraliza la continuidad de la vida y no sabemos qué nos pasa y cómo responder.

Se hacen presentes en el escenario, en el contexto, en la escena, sus protagonistas y la obra, la alienación y el extrañamiento de sí mismo.

Pero por suerte ante este panorama, tenemos a Paulo Freire que en una de sus obras nos dice, “precisamente por todo esto yo estoy hablando de esperanza”[10]

Es aquí donde volvemos al principio de nuestras reflexiones sobre el por qué del Arte, y más precisamente de la importancia de la formación artística, como posibilidad del desarrollo de la capacidad creadora, la autoexpresión  y el autoconocimiento para al mismo tiempo desarrollar la conciencia o reciprocidad social. LA RESISTENCIA a la sumisión y fragmentación.

En resumen podríamos decir que lo antes planteado es lo que Winnicott llama el acatamiento, que por un lado es acatar el destino tal cual viene, lo que quedaría vinculado a la enfermedad, y por otro, la salud en referencia al pensamiento crítico y a la creatividad (como forma de relación con el contexto).

Pichón Riviere también nos dice que una persona sana (mentalmente)  es aquella capaz de hacer frente a la realidad de forma constructiva y también creativa. Entonces, ¿es posible resistir a este estado de cosas, a la crisis, a la fragmentación individual y social, a la anomia, a la alienación y a la enfermedad?

Si, y una de esas formas de resistencia es el Arte (la formación artística, estética en nuestros futuros docentes).

Cabe aclarar que somos conscientes que el Arte no tiene el monopolio de lo creativo, pero si sabemos que lleva hasta el extremo la capacidad de invención y que los procesos de creación poseen la aptitud necesaria para consolidarse como foco existencial y esencial, y de esta forma alcanzar el nuevo paradigma estético que tanto necesitamos en nuestra formación y vida en general. La posibilidad cierta de influir en otras áreas del pensamiento y conocimiento. Recuperar la singularidad y reconstruir la trama del tejido social.

En la formación estética  al trabajar con el desarrollo de la capacidad creadora se producen cambios que operan en las áreas intra e interpersonales.

Debemos recurrir más al trabajo con el mundo interior de nuestros alumnos-futuros maestros, debemos todos familiarizarnos con el contacto con el mundo inconsciente y tomando la idea de Jung, asociarnos al inconsciente colectivo a través de la visualización de imágenes que están eternas en todos nosotros y que han sido la posibilidad  para resolver situaciones de la vida de la humanidad.

Cuando trabajamos lo estético en cada uno de nosotros se logra una mejor conexión con uno mismo, con su propio mundo interior y se facilita el ligarnos con otros, el reconstituir el tejido social en comunidad. Esto es uno de los logros más importantes que puede darnos la formación artística.

Es recuperarse a sí mismo, la singularidad de cada uno, lo propio, que es lo que a uno le permite estar en relación con los demás, porque no hay temor a perderse, ser manejado y que lo dominen, ya que lo que se recupera es la identidad y la posibilidad de integración.

En esta parte merece ser citado un concepto que tiene íntima relación con lo que venimos desarrollando y que rara vez aparece planteado en las curriculas, los proyectos de formación. El concepto es la intuición. Necesitamos superar el estado de crisis, de fragmentación, necesitamos generar nuevas imágenes y nuevas formas expresivas, y es entonces aquí donde es imperioso también darle lugar al intuición. Entendida en palabras de Fidel Moccio, como “forma directa y confiable de relación del individuo con la realidad”.[11]

Desde este punto de vista la intuición es una forma de percepción. Percibimos intuitivamente no sólo con los sentidos sino también con la conciencia (una percepción inmediata).

Es el pensamiento intuitivo el que se da en nuestro hemisferio derecho (en el izquierdo se fundamenta la razón).

Vayamos un poco por el lado en que “la razón gusta de estar en peligro” (como decía Bachelard).

La propuesta es la misma que nos hace Denise Najmanovich, “poner la razón en peligro, abrir un espacio para una sensibilidad diferente que nos permita pensar distinto”.[12]

El hemisferio derecho percibe TOTALIDADES y esa percepción es COMPRENSIÓN que a su vez es CAPTACIÓN TOTAL, y esta última es la INTUICIÓN. Necesitamos trabajar sobre esto.

Tenemos que dejarnos pensar por otras partes además del pensamiento lógico.

Toda práctica creativa se da necesariamente en un contexto vinculada con las condiciones históricas, geográficas, económicas, políticas y culturales, y que a su vez es concebida como una desestructuración de los modelos preestablecidos,  de estereotipos.

En palabras de Moccio, “destruir lo establecido para reestructurarlo después. Un trayecto del caos al cosmos”.[13]

(*) Roberto Castillo es Profesor de Educación Plástica. Realizó numerosas exposiciones de sus trabajos artísticos. En el Profesorado, tiene a su cargo los talleres de: Corporeidad, motricidad y lenguajes artísticos; Producción en los diferentes lenguajes artísticos; Juego y producción de Materiales; y Educación por el Arte.

 

Tomado de la Revista Profesorado de Educación Primaria y Educación Especial - Concordia – E. Ríos  - Número 2 – Agosto de 2011


 

[1]READ, Herbert;  “Educación por el Arte”, Cap I, págs. 35-36, Editorial Piados Ibérica S.A., Barcelona, 1991.

[2]LOWENFELD, Víktor, “Desarrollo de la Capacidad Creadora”,2da.Edición,  Cap. XII, pág. 337, Editorial Kapeluz, Buenos Aires, 1993.

[3]CGE, DES.Coordinación del Equipo provincial de desarrollo curricular.

[4]EISNER, Elliot, “Educar la visión artística”, Cap.I, pág. 9, Editorial Paidos Educador, Barcelona, 1998.

[5]EISNER, Elliot, op.cit., pág.11.

[6]LEMA ARAUJO, Ramón, Nota editorial de la Revista del Instituto Municipal de Educación por el Arte, Edición de su decimonoveno aniversario, Nº7, Buenos Aires, 1984

[7]COLOMBRES, Adolfo, “Sobre la cultura y el arte popular”, 2º Edición, página 187, Ediciones del Sol, Buenos Aires, 1997.

[8]FOLLARI, Roberto, “Modernidad y Posmodernidad, una óptica desde América Latina”, Capitulo III, página 141, Editorial Aique, Buenos Aires, 1992

[9]Apuntes de Cátedra. Centro de Psicodrama y Teatro Espontáneo Umbral.

[10]FREIRE, Paulo; QUIROGA, Ana “Interrogantes y propuestas en educación” Ideales, mitos y utopías a fines del siglo xx, Ediciones Cinco, Buenos Aires, 1993

[11]MOCCIO, Fidel, “Jornadas de reflexión grupal sobre crisis, salud, creatividad”. Conferencia realizada en Córdoba, Argentina, el 23/06/1995.

[12]NAJMANOVICH, Denise, Revista Campo Grupal, N°101, Año X, Junio 2008.

[13]MOCCIO, Fidel, op. cit.