BELÉN ZAVALLO: "ALFONSINA NOS DICE QUE LA POESÍA PUEDE HACERNOS ETERNOS"
La escritora entrerriana fue reconocida por "Lengua montaraz", un libro de poesías escrito con los sonidos del campo de fondo.
“Mi fe está en el poema, le creo a él”, confiesa Belén Zavallo, tercer lugar del Premio Storni de Poesía que organizó este año, por primera vez, el Centro Cultural Kirchner. Y su devoción se filtra en cada aspecto de su vida.
Belén nació en Paraná en 1982, pero creció en Viale, una ciudad pequeña del interior de la provincia. Desde chica las mujeres de su familia la acercaron a la Literatura; ella, a su vez, contagia ese placer a otros, tanto en su trabajo como docente en escuelas secundarias de Entre Ríos como en el taller "Nos leemos" que coordina con una colega, o en la sección "Entre versos" de la Revista Análisis que impulsa.
La gestión cultural es otro aspecto en el que materializa su interés, con la librería especializada "Jacarandá” y los encuentros literarios que organizó con otros escritores. “El telón de fondo es nuestro deseo de conocer a más poetas, editores, narradores. Son las experiencias que buscábamos que hubiera en la escena cultural de la provincia y no existían”.
El jurado del Premio Storni –compuesto por la barilochense Graciela Cros, el bonaerense Osvaldo Bossi y la santafesina Estela Figueroa– se sintió asombrado desde el primer poema de su libro Lengua montaraz. “La lengua, áspera y montaraz, como bien lo define su título, en donde los rituales de la vida en el campo, entremezclada con secuencias autobiográficas, conforma un libro distinto", explicó en el dictamen.
Su primer libro fue Todos tenemos un jardín, editado en formato fanzine, y está pronto a salir Las armas, que trabajó en clínicas con su mentor Santiago Llach.
-¿Cuál es la principal diferencia entre Lengua montaraz y Todos tenemos un jardín?
-Todos tenemos un jardín es una primera publicación que reúne la instancia de acercamiento a la poesía. Yo escribía más narrativa y ahí empiezo a indagar y a buscar a través de la imagen del jardín, la tierra, las manos, el gesto de escarbar también en el género. Lengua montaraz me encuentra más inmersa en el discurso poético. Ambas obras son búsquedas. Hay una diferencia en el trazo, porque mi escritura ha pasado por las instancias de clínicas y talleres, por todo el proceso de edición con una conciencia en la corrección y condensación de imágenes. Pero aún así también se da el encuentro con otra tierra, más amplia, que es el monte.
-El jurado definió a tu poética como áspera y montaraz. ¿Pensás que haberte criado en un pueblo pequeño como Viale influye en tu manera de expresarte?
-Yo pongo el cuerpo y la lengua como la parte puente en ese tránsito de lo vivido a lo escrito, siempre hay un hueso. Esto no quiere decir que todo lo arrastrado como experiencia de vida sea fiel reflejo del poema. Mi fe está en el poema, le creo a él, dejo libre al yo de origen. Me gusta lo que cuenta el yo lírico, lo que crea. Pero escribo con lo más cercano, que fluctúa de acuerdo a los años. Lengua montaraz fue escrita con lechuzas de fondo, eso tiene que ver.
-Solés destacar la influencia de las mujeres en tu acercamiento a la literatura también. ¿Cómo se dio?
-Las mujeres en mi vida son constitutivas porque es en la escena familiar íntima de mi mamá y mi hermana donde yo aprendo a escuchar-leer poesía. Ellas son docentes, tienen una influencia muy potente en mi infancia. Después mis profesoras fueron también mujeres y tengo dos hijas. Este universo tiene un discurso tan interesante que arrastra hasta a mi abuela que nos hablaba con un lenguaje inventado para que entre nosotras existan temas que nos pertenecieran. Ahí vuelvo cada vez que escribo, ese reservorio que me ofrece la memoria. Lo hablado es tan importante como lo que venía del registro escrito.
-Algunos de tus poemas parecen pedacitos de memoria. ¿Qué es lo que ponés en tus textos?
-Pongo mi historia, que se alimenta de las historias de las vidas que me conmueven. Mi hija mayor nació a mis dieciocho años, eso me llevó a percibir todo lo que le pasaba a ella como si me ocurriera a mí, porque pensándolo ya en la madurez y con otra experiencia en la maternidad, la simbiosis con esa primera hija era mi manera de ir construyendo mi identidad como madre adolescente. Después he ido encontrando que cuando escribo mi memoria es mi alimento, que puedo desvirtuar, que puedo recrear, que mi propósito es poder sentir que el lenguaje es mi medio más aliado para decirme lo que quiero y en la forma más honesta a mi pulso y a mis recuerdos.
-Por tu trabajo como docente y con la librería “Jacaranda” decís en una entrevista que lo tuyo es “circular la literatura”. ¿Existe algo así como una comunidad literaria?
-Hay círculos endogámicos que se retroalimentan y esos espacios no me convocan. Es decir, no despierta mi interés pertenecer porque me enriquece siempre más la horizontalidad de la poesía. Traspasar a otras esferas discursivas. Eso me pasa como coordinadora de talleres de escritura: la gente que se acerca viene de otro mundo, y ahí hay tanta riqueza que escapa a lo obvio. No le encuentro sentido a los recitales en los que la propuesta es aplaudirnos entre nosotros y nosotras. Hacer expansiva la literatura, hacerla más inclusiva y accesible me desafía mucho más.
-¿Se vienen más libros de poesía?
-Está terminado un libro de poemas que lo tengo reposando porque ya se publica Lengua montaraz. Las armas es mi primera novela que fue trabajada con Santiago (Llach) a quien aprecio muchísimo. Es como Horacio Fiebelkorn en la poesía, en la narrativa mi gran maestro. Tengo la fortuna de poder conectar con gente del ámbito que son admirados desde hace tiempo, y que abren mirada con una generosidad que me desborda de gratitud. La novela que actualmente me sienta es otra, que nació en el último Mundial de escritura. Las armas se publica entre octubre y noviembre, atraviesa la violencia, el abuso de la hija de la narradora, enhebra episodios en ese hecho central desde la voz de la madre.
-¿Qué significa Alfonsina Storni para vos?
-Alfonsina Storni es una de las poetas leídas recurrentemente. Significa un gran honor haber obtenido el premio con su nombre. Nos interpela siempre con sus versos. Nos dice que la poesía puede hacernos eternos. Nos habla en presente de ese poder.
Tres poemas en Lengua montaraz
Sueño lúcido
Hay que morder el suelo
probar de a bocados la naturaleza.
Hincar el olfato contra el trueno.
Hay que paladear la demencia del paisaje arrojarla por las manos o los pies
por la pasarela que es el cuerpo.
Hundir la estaca que es la lengua en el horizonte más cercano.
Diecinueve
Mi hija menor tiene nombre de caudilla y fecha de batalla nació diecinueve años después del primer parto
a los diecinueve años de su hermana la edad en la que parí por primera vez se repite en otro
cuerpo que veo desde afuera
la fragilidad es un viento que te raja la cara
fui una niña con una niña levantándome el ombligo.
Enlazamos nuestras extremidades
como raíces de palo borracho
hay espinas en mi corteza que ellas cubren de algodón
son semillas y trepan mi cuerpo, juegan a encontrar equilibrio sobre el tronco de este esqueleto
doman la rigidez como ardillas, nace una memoria se abren alas.
Semilla de pájaro
Ahora que me crece un girasol
me ajusto las costillas
las dejo que se trencen
como dedos que empuñan un rezo
ahora que me crece un girasol
descascaro semillas con la punta de los dientes las abro para descubrir la lengua del pájaro.
Tomado de: Ministerio de Cultura Argentina