ENTREVISTA A HUGO LUNA

 

"El arte es una puerta abierta hacia el asombro"

Por Gerardo R. Iglesias.

 

Muchas veces la velocidad de los tiempos que vivimos nos impide disfrutar de la belleza, porque para la belleza hace falta tranquilidad, sentarse, contemplar, saborearla, disfrutarla. Así pasa con las palabras que Hugo Luna convierte en poemas, algunos son heridas, pasadas y actuales, otros en el vuelo del pájaro que ve a través de la ventana. “Es necesario entender que sin trabajo no hay poesía” y por ahí pasa la cosa con Luna, Hugo, quien puede parecer parco hasta para el saludo pero que no lo es cuando las cartas están claras sobre cualquier mesa en las que se disponga el juego. Hoy, con una importante y destacada, obra fruto de su creación pero también del esfuerzo puesto en publicar, Luna se prepara para una de las cosas que más le gustan, presentar nuevos libros junto a otro poeta y con amigos, de la música y del arte, de la vida misma.


-Sin ir para atrás, qué es hoy la poesía, en tiempos de pandemia y de redes sociales. Y qué es para vos, en estos tiempos claro está…


La poesía hoy y siempre ha sido una forma de vida para mí… Un modo de estar en el mundo y de hacer el aire más respirable… En los años noventa me hicieron una nota en Paraná y al finalizar el periodista me consulta sobre el título… Quería poner algo así: «Escribir puede resultar terapéutico» y me aclara que me consulta porque es probable algunos puedan ser muy críticos de esa mirada… La nota salió con ese título porque yo dejaba claro que la poesía no es catarsis… El arte no es catarsis, pero hay algo misterioso allí… La poesía, el arte es una puerta abierta siempre hacia el asombro. Y es necesario entender que sin trabajo no hay poesía… Puede haber un intento, un decir, pero eso no alcanza, las palabras son tan maravillosas como su contrario y te pueden jugar una mala pasada.


-Vos empezaste joven, ¿cambió tu forma de escribir, de conectarte con el alrededor?


No sé si pueda decirlo yo a eso, en cuanto a la primera parte de tu pregunta me refiero… Pero es probable que haya cambiado porque uno cambia. Si debo ser honesto creo que sí, aunque he perdido también, una cosa que he perdido ha sido el humor… en la poesía digo… y es algo que me resulta admirable… tal vez debería volver a leer un libro de don Francisco Gandolfo que está sostenido en el humor, bueno, pero hay que tener paciencia. Ya volverá. Luego te diré que me he puesto más exigente, o menos urgente, siempre vinculé la poesía a cierta forma de militancia y, si bien lo sigo haciendo, ahora cuido más lo que muestro… lo que publico… y en lo que refiere a la segunda parte de tu pregunta, bueno, me sigo conectando emocionalmente con el aire, la luz, la gente… y también con la palabra… la palabra me llega con su emoción y su libertad y yo soy apenas su peón… uno hace lo que puede aunque se proponga lo mejor…
 

-Siempre me llamó la atención tu militancia en torno a la poesía. ¿Desde dónde surge y como se mantiene con el paso del tiempo?


Bueno, algo dije más arriba sobre esto… es probable que las primeras lecturas… mi viejo y su pasión por los libros… mi viejo empleado municipal, laburante y siempre explotado (como todos los laburantes en este perverso sistema capitalista) me haya marcado… mi entorno, mi barrio, ¿cómo haces para no ver el dolor de un niño en la calle? (a esta hora exactamente). Entonces la poesía también y como dice Gabriel Celaya: la poesía es un arma cargada de futuro.
Puede sonar setentista; nosotros con Alejo Carbonell salimos a pintar poemas en los muros. Fue por los noventa. Nada nuevo, es verdad… no inventamos nada. Pero lo hicimos acá y tuvimos devoluciones impensables… la poesía, como la política, ha perdido la calle y debe recuperarla… abrirse a la sensibilidad es el desafío… o para decirlo en palabras de Ernesto Guevara: endurecerse pero nunca perder la ternura…

 

-¿Qué recordás de la infancia, de lecturas, de juegos?


Recuerdo un patio con árboles de granadas… un gallinero… un tero belicoso que se paseaba debajo de un limonero… recuerdo que con mi padre jugábamos con los libros mientras él organizaba su pequeña biblioteca… recuerdo que en verano, luego de tomar un baño y vestirme, mi madre me dejaba salir a la vereda y sentarme en una piedra que había allí, debajo de un árbol… y tengo presente haber pensado o algo así como pensar… imaginar… desear… que alguna vez iba a ser bailarín de música clásica e iba a «escribir» las coreografías para esas danzas… (lo digo así hoy, era eso el pensamiento)… movimientos en el espacio: un cuerpo y su escritura.


-¿Y de esos recuerdos se parte a la poesía?


Yo no sé si se parte… creo que la poesía llega. Y llega cuando ella quiere no cuando uno la llama. Hay que estar atento a sus señales, porque como dice Gelman «es difícil pescar a la señora esta de la poesía».
 

-En tiempos de urgencias y cultura descartables ¿para quién se escribe?


Witold Gombrowicz decía que los poetas escriben para los poetas… y Charly se pregunta en el Instituciones (discazo) «para quién canto yo entonces…». Acaso en narrativa uno pueda hacerse a la idea de un lector y escribir para ello… no sé en poesía. Fijate que por caso a Michael Ende se lo tuvo por un escritor para niños. Equivocadamente, se lo encasilló. Tal vez yo escriba para ese ser inquieto que se sentaba en una piedra y tenía fantasías imposibles y se veía haciendo «piruetas» en el aire. Y vuelvo a Gelman «las palabras son como el aire, de todo el mundo» pero yo quería aquella palabra mía, una palabra con mi tono.
 

-Sé que tenés reconocimiento entre pares del país, ¿lo tenes acá en Concepción?
 

Mirá… si me apurás creo que ni los grandes nombres de nuestra poesía lo tienen (y me refiero a lo local). Mirá Luis Alberto Ruiz, sin ir más lejos… o en nuestra provincia… Alfredo Veiravé, por caso… o bueno… sería un listado… Siempre recuerdo aquello de Cortázar al responder para qué escribe… y el Julio: «para que me quieran un poco más mis amigos». Eso es el reconocimiento.

 

Tomado de: La Calle.