RESCATAN LA FIGURA DE EMMA DE CARTOSIO

 

Emma de Cartosio: la poeta entrerriana que merece ser redescubierta

Tomado de: Paralelo32.com.ar

A pesar de la riqueza de su obra literaria y la importancia de sus contribuciones a la poesía argentina, el nombre de Emma de Cartosio sigue siendo desconocido para muchos. Nacida en Concepción del Uruguay el 28 de febrero de 1928 y fallecida en la misma ciudad el 25 de octubre de 2013, su legado literario aún espera el reconocimiento que merece.

Una vida dedicada a la literatura

Emma de Cartosio estudió en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata y, tras graduarse, ejerció la docencia. Sin embargo, su pasión por la literatura la llevó a escribir en diversos géneros, desde la poesía hasta el ensayo y la literatura infantil. Sus textos fueron publicados en diarios de Argentina y el exterior, y llegó a escribir en francés una colección de cuentos folclóricos argentinos y de otras partes del mundo, lo que la convirtió en una escritora francófona.

En 1963, obtuvo una beca del Instituto de Cultura Hispánica en Madrid, donde estudió la poesía española contemporánea y publicó artículos en importantes diarios de Argentina y España. Entre 1965 y 1969, residió en París y recorrió Europa, África, Medio Oriente y varios países de América Latina, brindando conferencias sobre literatura y poesía.

Una prolífica y premiada escritora

Su obra abarca títulos como Madura soledad (1948), Antes de tiempo (1950), Cuentos del ángel que bien guarda (1958), El arenal perdido (1958), Elegías analfabetas (1960), Tonticanciones para Grillito (1962), La lenta mirada (1964), En la luz de París (1967), Cuando el sol selle las bocas (1968), Contes et récits de La Pampa (1971), Cuentos para la niña del retrato (1973), Cuentos del perdido camino (1976), Automarginada (1980) y Allá tiempo y hace lejos (1993).

Su talento fue reconocido con numerosos premios, entre ellos la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) en 1948 y 1993, el Premio del Fondo Nacional de las Artes en 1962 y 1968, el Premio Accessit Leopoldo Panero en España (1967), la Pluma de Plata del Pen Club Internacional de Buenos Aires (1980), el Premio La Fleur de Laure en Francia (1980), el Premio Dupuytren (1980) y el Premio Trayectoria de Gente de Letras de Buenos Aires (2000).

Una poeta en la sombra

A pesar de su destacada producción literaria, Emma de Cartosio sigue siendo un nombre poco conocido dentro del canon literario argentino y entrerriano. Según la web de divulgación literaria Autores de Concordia, su singularidad radica no solo en su obra, sino también en su vida, marcada por un "retiro voluntario" y una "soledad inclaudicable" que la alejaron de los círculos literarios, pero le permitieron mantenerse fiel a sí misma.

Su poesía se inscribe dentro del neorromanticismo de la generación del '40, con el uso de formas neoclásicas de versificación. Sin embargo, su estilo evita las efusiones sentimentales gracias a un lenguaje sobrio y preciso, influenciado por su formación científica y su perspectiva analítica.

El legado de Emma de Cartosio representa un tesoro literario que merece ser rescatado del olvido. Como ella, muchas otras poetas permanecen casi anónimas, esperando que su voz sea redescubierta y valorada en su justa dimensión.

“Hoy”, de El arenal perdido (1958)

Cuando me canse de estar sentada sobre el verde

y el río que me tiene en sus brazos me refleje

fatigada, necesitaré Señor que inventes

tu rostro en mí para en Ti mirarme.

Cuando ya no inaugure descalza los veranos

del litoral absorto en reverberos y sauces,

necesitaré Señor que me enseñes tu rostro

para ver el mío por Ti creado.

Cuando ya no se enamoren el viento y el agua

que atravieso desnuda sin edad ni recuerdos,

necesitaré Señor que alces mi rostro hacia

el tuyo y me ciegues en olvido.

Cuando el amor sea sólo una palabra breve

para citar un extraño hecho que en mí no ocurre,

necesitaré Señor que ordenes expulsarme

de este mundo que dicen has creado.

Cuando todo esto suceda, te necesitaré Señor.

Hoy déjame a solas con el verde, el río y los veranos.

Déjame sin el rostro que los demás te exigen y yo veo

presente en las ausencias de mi mundo cotidiano.

Para ser luz me necesitaste siempre;

cuando sea sombras, justo es que te necesite.