CONTACTO EPISTOLAR DE ANDRÉS CHABRILLÓN, MOLINA CAMPOS,JUANA DE IBARBOUROU Y CARLOS MASTRONARDI

 

Al cumplirse en 2013 los 45 años del fallecimiento del poeta Andrés Chabrillón, reproducimos extractos de los primeros contactos epistolares del escritor concordiense con el pintor Florencio Molina Campos, la poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou y el escritor y poeta Carlos Mastronardi.

Un texto de Florencio Molina Campos: «Septiembre 8/1934... tuve la suerte de recibir por correo un ejemplar gentilmente dedicado de su libro «Desnudeces». No se han quedado cortos ponderándolo como «el gran poeta»; y en cada una de sus poesías se afianza el calificativo. No le escribí enseguida por haber estado un poco enfermo. Además de una infinidad de trabajos, la corrección y atención de la impresión de un libro... Gracias mil, pues, por su atención a su respetuoso admirador...».
 

Unas líneas de la poetisa Juana de Ibarbourou, conocida como la «Juana de América»: «Montevideo, 1963... Mi querido amigo, gracias con todo mi corazón por sus magníficos poemas. Ellos me hacen quererlo y admirarlo. ¿Cómo no llegó antes a mi ensueño? Reciba un afectuoso saludo de su amiga para siempre.
Y le dedicó una poesía a la que llamó: «Una rosa»: 
Usando espadas y bebiendo vientos, 
vive la rosa mágica y serena,
destrozando jazmines y azucenas, eclipsando jazmín y pensamientos.
Solo atenta a su aire y a los lentos minutos de ascensión real,
en la plena maravilla del tiempo, en sus dulces, divinos terciopelos.
Destino inmenso en tan menguada vida, todo lo ofrece la pasión ardida, 
como centella, en la mitad del día. 
Se dormiría en belleza sin ocaso y los hombres dirían: 
Eva de raso, la reina que esta tarde se movía».
 

 

Elogios del poeta Carlos Mastronardi: Refiriéndose a la poseía de Andrés Chabrillón contenida en el libro: «Si pensara la rosa», expresa en uno de esos contactos epistolares: «Su lectura me significó deleite y doctrina, estremecimiento y enseñanza... el mar, la tarde y la rosa son los símbolos, los jalones señaleros de su rica emoción... como todo hombre rico en experiencias y recuerdos, tiende Ud. al rastreo de lo íntimo y sensible; se diría que nuestro suave paisaje entrerriano hace casi obligatoria esa entonación evocativa y delicada...»

BIOGRAFIAS

Andrés Chabrillón nació en Paraná, en 1887. Vivió en Posadas, allí ejerció su profesión de abogado, tuvo once hijos, en 1918 se radicó en Concordia, aquí vivió hasta 1962, año en que se mudó a Buenos Aires, donde transcurrió los últimos años de su vida hasta su deceso.

Escribió casi toda su producción en Concordia, por eso se lo considera como un escritor de esta ciudad, de la que fue una de sus voces más destacadas. Situado históricamente, renovó el lenguaje poético. «... el vanguardismo campea en muchos de los versos de Chabrillón y consistió, en reaccionar contra la métrica modernista y reinventar la metáfora, que en su caso, tiene ascendencia francesa». En 1941, con el objeto de «fomentar la cultura intelectual y artística de esta ciudad» y sosteniendo que «instruir es enriquecer la inteligencia», se creó en Concordia la Comisión Municipal de Cultura, primera de su tipo en la provincia de la que Chabrillón fue su primer presidente. (Introducción del poeta concordiense Marcelo Leites).
Andrés Chabrillón viajó por Europa y América y en 1911 publicó su primer libro de poemas, titulado A la luz de una sombra, de singular trascendencia por su contenido poético y su originalidad. Su sentido creador, sin desmedro de los valores estéticos, suscitó la adhesión calurosa de poetas y escritores jóvenes, especialmente en Chile y Centroamérica.
Ejerció su profesión de abogado y juez en las provincias de Entre Ríos y Misiones. Fue catedrático de Literatura Española, Americana y Argentina en el Colegio Nacional y en la Escuela Nacional de Comercio de esta ciudad. Se destacó como Presidente del Rotary Club de Concordia
Como lo haría el poeta de Gualeguaychú, Carlos Mastronardi en el movimiento siguiente, Chabrillón pondría una punta de lanza bien entrerriana entre la «Kermesse» modernista porteña. Perteneció al grupo de bohemios que solían reunirse en el histórico «Café de los Inmortales» de Buenos Aires: Evaristo Carriego, Natalio Botana, Hugo de Achával, Alberto Gerchunoff, Roberto Payró, Ghiraldo, Enrique Banchs, Juan Pablo Echagüe, Charles de Soussens, Fernán Félix de Amador y Emilio Lascano Tegui, eran algunos de los poetas y escritores que solían tratar con Chabrillón.
Fue catedrático de Literatura Española, Americana y Argentina en el Colegio Nacional y en la Escuela Nacional de Comercio de esta ciudad. Se destacó como Presidente del Rotary Club de Concordia.


El pintor y dibujante Florencio Molina Campos nació en la ciudad de Buenos Aires, el 21 de agosto de 1891. Fue conocido por sus típicos dibujos costumbristas de la Pampa argentina. Perteneció a una familia tradicional de Buenos Aires.
Su familia poseía varios campos y Florencio alternaba su vida en viajes entre el campo y la ciudad. En 1930 publicó la serie «Picapiedras criollos» y ese mismo año aceptó la confección del almanaque del año 1931, que consistió en doce obras gauchescas ejecutada con una visión idealizada y costumbrista, las cuales tuvieron difusión a nivel internacional. La obra de Molina Campos fue prolífica y pintó a sus personajes con un humor. De aire entrañablemente caricaturesco y a menudo naif, su dibujo se inspiró principalmente en el mundo gauchesco, reflejando en su obra a un observador agudo de la realidad de la época.


Carlos Mastronardi fue poeta y ensayista, nacido en Gualeguay. Perteneció a la rama de los criollistas o nacionalistas, donde se vuelca al canto del paisaje y la tierra, con un lenguaje directo. En sus obras encontramos predominio de la imagen sensorial que imita la realidad natural. 

 

 

 

 

 

Juana de Ibarbourou nació el 8 de marzo de 1892 en Merlo, Uruguay. Su nombre real era Juana Fernández Morales, pero tras su matrimonio con el capitán Lucas Ibarbourou, adoptó el apellido de su esposo para escribir. Por su trascendencia como literata, en especial por su poesía, Juana fue conocida en vida como «Juana de América». En 1950 fue nombrada presidenta de la Sociedad Uruguaya de Escritores y ocho años después fue candidata al Premio Nobel de Literatura. Murió en Montevideo a la edad de 87 años. 
 

Cancioncilla de otoño (Andrés Chabrillón)

Yo soy como Entre Ríos,
la del feliz otoño, abril de los diamantes,
mayo de plata y oro.
Más que la primavera es el abril, dichoso,
serenidad, dulzura.
Más que el octubre
Es nuestro mayo, hermoso; cristales y rocíos
y azul y plata y oro...
Viene sabiduría junto con el otoño;
la vida apaciguada descubre su tesoro.
Su miel acendra el alma.
La soledad, en torno del alma,
es un fecundo silencio luminoso.
Las rosas son más puras, miran mejor los ojos;
es claro el pensamiento y el sentimiento es hondo...
Una canción quisiera del más fino decoro;
zarcillos de rocío temblando en los pimpollos.
La simple cancioncilla que es fugitivo elogio;
tejido de armonías que se deshace pronto...
¡para ensalzar la pulcra condición del otoño!

 

Fuente: Diario El Heraldo, Suplemento Cultura