ENTREVISTA A SOFÍA ZERMOGLIO EN DIARIO UNO
por Paula Eder
Sofía Zermoglio le dió pelea al cáncer durante 11 años. Escribe, fue mamá y ganó un Emmy. Prepara su segundo libro, y afirma que toda enfermedad, es también una oportunidad.
Dice la Real Academia Española que "resiliencia" es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Algo parecido a un superpoder, porque una persona resiliente, dicen, no solo logra sobreponerse a la adversidad, sino que además tiene la habilidad de superarla y volver al punto de origen convertido en alguien más fuerte.
Jugar con el tiempo, ser invisible, romper cosas con la mente, teletransportarse y tener una fuerza sobrehumana, son características que los mortales añoramos compartir con los superhéroes de los cómics. Por suerte existen aquellos que son capaces de pintar mundos paralelos donde la RAE no existe y en la palabra "resiliencia" caben todos los superpoderes del mundo.
Sofía Zermoglio tiene mucho de heroína. A los 25 años abandonó Concordia para instalarse en Los Ángeles con planes de trabajo y nuevas experiencias, pero cuando apenas llevaba un mes en esa ciudad, todo cambió abruptamente: un agresivo cáncer de huesos comenzó a manifestarse.
Fueron seis meses inmovilizada en una cama, 15 operaciones y la experiencia de ver la vida desde en una silla de ruedas, acercaron a Sofía a la escritura como canal para sanar. Su primer libro se llama "Donde me lleven tus alas" y tal como lo explica en su prólogo, se trata de una "mirada sobre una circunstancia", ni más, ni menos.
Se casó, estudia, trabaja, escribe mucho, es mamá de Constantino y hasta ganó un Emmy (algo así como el Oscar en la TV estadounidense). Hoy no duda: aquella experiencia fue una oportunidad y sobre ese recorrido, dialogó con UNO.
— ¿Dónde naciste, y a qué edad te fuiste a vivir a Concordia?
—Nací en San Miguel de Tucumán, y nos mudamos a Concordia cuando yo tenía 4 años. Así que crecí en Concordia, mis recuerdos tienen que ver con Entre Ríos, tengo familia en Federación, en Gualeguay, en Concepción del Uruguay, vengo de una familia muy "familiera" por lo que los encuentros eran constantes.
—¿Cuándo y por qué te fuiste a Los Ángeles?
—Me vine a LA hace 12 años, estábamos buscando, con quien hoy es mi marido, hacer una experiencia laboral en el extranjero. La verdad es que mirábamos a Europa, y de un día para el otro le salió a él una oportunidad en Los Ángeles, y la aceptamos. Al principio la idea era estar acá máximo dos años, pero el tiempo fue pasando y de a poco construimos nuestro hogar de este lado del hemisferio.
—¿A qué te dedicás allá?
—Soy periodista y mi pasión es la escritura. Trabajé en varios medios. Comencé haciendo producción de radio en un show muy divertido. Pasé a la tele y trabajé en la producción de noticieros. También he escrito para medios en España y Latinoamérica entrevistando a los protagonistas de las películas del momento.
—¿Cómo llegó tu primer libro?
—Lo publiqué en 2012, fue una de esas cosas que salen sin proponérselas. Una amiga del colegio nos preguntó si podíamos ayudarla a juntar fondos para comprar una silla de ruedas para un chico de muy bajos recursos y recuerdo que me dije: no puedo ir por la vida pidiendo dinero como que el dinero no costara nada, y me metí de lleno a trabajar en un cuentito que tenía justamente de una chica en sillas de rueda y de esa forma "Donde me lleven tus alas" cobró vida.
Como escribir es lo que amo con el alma, es lo que he estado haciendo en los últimos tiempos así que estoy en negociaciones con una editorial en México para publicar mi próximo libro que se llama "Aquella que soy" en el que todas las historias, cuentos y poesías son de mí autoría y el arte es de una amiga que hace magia con el lápiz. Es un libro para pensar y colorear. Definitivamente tiene un costado muy femenino porque moviliza los aspectos mas sentimentales y profundos de las mujeres. Tengo otro en etapa de diseño pero es un cuento para chicos que solo voy a publicar en Estados Unidos porque es para niños que no comen animales. Y ahora además me invitaron a formar parte de una antología de escritores de Concordia, así que muy orgullosa de formar parte de eso también.
—A través del libro, llegó el Emmy...
—De alguna forma, sí. Una productora leyó mi libro y quiso que trabajase con ellos por mi forma de escribir.
Me invitaron a formar parte de un show de televisión en el que entrevistaba, escribía y presentaba en la tele las historias. El show era sobre adolescentes que están en secundaria y son latinos o hijos de latinos, viven en California y se destacan en algún deporte. Fue muy especial hacerlo porque hay chicos que han cruzado el desierto con las mil adversidades para llegar a este país en busca de oportunidades.
Así en el 2015 con el equipo de "#LAPREPA" obtuvimos el reconocimiento y ganamos un Emmy. Así que tengo mi estatuilla en el living de casa y siempre que lo veo recuerdo la importancia de luchar por lo que soñamos y que nunca los sueños son demasiado grandes ni están demasiado lejos.
—En cuanto a tu enfermedad. ¿Cuánto tiene que ver esa experiencia con forma de ver la vida hoy?
—Nunca me canso de decir que las enfermedades son oportunidades. Incluso lo sigo diciendo ahora que hace un poco más de un mes perdí a mi mamá. Murió de cáncer. La enfermedad no le ganó, ella le ganó a la enfermedad porque vivió más de tres años con grado cuatro. Nadie entendía cómo era capaz de seguir haciendo todo lo que hacía. Eso es, la oportunidad para sacarse de encima mochilas, para hablar, para perdonar y perdonarse, para reír para liberar. La oportunidad para que en el momento en el que la vida se apaga uno se vaya con la tranquilidad de que no quedaron cosas inconclusas.
Yo pasé por una enfermedad que me asustó mucho al principio, que me llenó de miedos y que en el momento en el que le pude ver la cara a lo que me pasaba, pude superarlo y hacer de mis 11 años de enfermedad una oportunidad.
Yo me enfermé o la enfermedad comenzó a notarse al mes de haber llegado a vivir a este país. Mi primera operación fue en Concordia, luego volví y continué con los tratamientos acá. En el 2007 entré en una droga alternativa que solo se probaba en dos lugares en el mundo, LA y Sydney... a mí me quedaba a cinco cuadras de mi casa. Tenía compañeros que viajaban de todo el mundo para poder recibir esa droga. Tuve 15 cirugías en total muchos años en tratamiento, pero hoy sé que hay cientos de cosas que no hubiese sido capaz de hacer de no haber sido por todo lo que pasé y pasamos tanto yo como mi familia.
—¿Cómo evoluciona eso, estás bien? Leí que hiciste un tratamiento con una droga que estaba siendo probada en muy poca gente.
—Hoy es una droga que está en el mercado. En el momento en el que yo empecé éramos 200 en todo el mundo. Yo estoy muy bien. Mi cambio fue general. Incorporé también medicinas alternativas, cambié mi alimentación. Tengo las limitaciones propias de alguien que ha pasado por varias cuestiones médicas como dolor crónico, fusión del tobillo, pero la gente que me ve ni sospecha los años difíciles que pasamos ni sus secuelas. No hice de la enfermedad mi bandera.
—¿Por qué elegiste rehabilitarte en Los Ángeles?
—Estar acá para mí no fue una elección fue una oportunidad que me dio la vida. Ya te digo, conocí personas que viajaban hasta de Bolivia a recibir el tratamiento, yo lo tenía en mi barrio. Como creo en Dios, siempre digo que mi abuela me puso a mi marido en mi camino y que la Virgen me trajo a LA a pasar mi enfermedad.
En mi libro "Donde me lleven tus alas" hablo justamente de eso, de la relación entre las personas y las sillas de ruedas. No sé que es: educación, respeto, empatía, compasión... No sé que decirte.
—Algo que no encontraste en Argentina mientras estuviste en una sillas de ruedas.
—En mi experiencia personal, los estadounidenses respetaban mi lugar y mis tiempos para cruzar la calle mientras que en Concordia estaba con muletas y me tiraban los autos encima. En Concordia la senda peatonal no existe, ni tampoco existe la mínima cuota de respeto que una persona discapacitada necesita, y eso es una lástima. Pero estando hace unos meses en Concepción del Uruguay mientras mi mamá recibía "rayos" me encontré con una ciudad en la que el peatón tiene su lugar, los autos frenan, prestan atención a la gente. No lo podía creer, fue una sorpresa muy agradable.
—¿Volverías a vivir a Argentina?
—Amo Argentina. Este año pasé más tiempo en Concordia que acá, reconozco que por mi mamá, pero yo siempre vuelvo. Mi problema es que después de tanto tiempo la gente acá me conoce y tengo alternativas laborales concretas, en Concordia estaría comenzando de cero y tal vez estoy un poco grande para volver al comienzo.
Pero siempre pensamos en volver. Mi marido nació en Concordia también. Ahora mi mamá no está, pero tengo una familia a la que amo y de la que me siento muy ligada y orgullosa. Tengo mis amigas de toda la vida. Concordia es el refugio. Mi hijo tiene hasta su jardín de Infantes "Despertar" que es espectacular, cuando vamos él se siente como en su casa y yo vuelvo al hogar. Yo llevo a mi país en la sangre. Soy argentina donde sea que vaya y que me encuentre.
Tengo la sensación de que con las redes sociales, vivimos en un no-lugar llamado internet donde Concordia, Rusia y Japón quedan a la misma distancia.
—¿Ayuda a la nostalgia la virtualidad? ¿O la potencia?
—Doble filo. Buenísimas porque estás en el día a día pero a la vez estás mirando desde afuera todos los eventos, reuniones y momentos importantes ya sean familiares o de amigas. Pero en definitiva ayudan a estar "cerca". Cuando llegué en el 2005 no existían, recuerdo cuando abrí Facebook, ninguna de mis amigas lo usaba, ahora al menos estamos "al día" con lo que pasa aunque no lo vivamos en persona.
Tomado de: http://www.unoentrerios.com.ar