De:
Verdor en las redes
Edic.
Flor y Truco, Diamante, Entre Ríos, 1950
1
Qué rota miel se trilla y nos pregunta
por el deshielo azul de las neblinas,
por la vida sin odio, por el trébol
pequeño, los milagros? En trabajar
los párpados se angustian con el tono
muriente de las islas, y es apenas
fecundación, frescura, tibia lengua
del vértigo que pasa, de la herida
angélica ciudad que crece en sueños.
2
Cuando el reflejo quema sus silbidos
en las redes del aire y algún pájaro
se empina en los sauzales, cuando todo
un enjambre de líquenes rescatan
la mutante materia, lentas fiebres
se crispan por el limo, nos saludan
desde alguna marea con el cobre
resaca de los miedos. Bien sabemos
que el corazón redime sus latidos.
3
Y tanto cielo aquí quemando tonos
de filosa ternura, y el paisaje
arterial de los verdes, y el agrario
corazón de la tierra, nos serenan
en búsquedas de luz. Por el oficio
del espinel se hermanan las palabras,
las manos se hacen fe, la voz milagro,
y olivo vibrador cada alborada
de sol, de alma, soledad y cielo...
4
Hablándome las cosas desfallecen
en confesiones, ecos, laberintos…
Velamen estelar, tierra luciente,
redomones de humo en las tacuaras.
La sangre se me enciende en universos
de vibrantes clarines. Yo he sentido
el fervor de la tierra, los terrores
nocturnos del agua. Y un retorno me trae
la saliva ancestral de las lágrimas.
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