VISITANTES NOCTURNOS

                                                  A Edmundo Sirio

 

Aquí nunca reconocí

la necesidad de cuidarse demasiado.

Estaba visto. Llegaron

Nocturnos uniformes

preguntando por el tamaño de mis manos

y el verde de los libros pacientemente debidos

a comidas urgentes.

Pequeñas deleznables bestias

y más que ustedes el que ordenó

al que instruyó

para que los mandase

no eran libros ni un manifiesto

 lo que se llevaron.

Eran mis escasos gritos de alegría

y con nada se paga

un corazón con la guardia dolorida.

A no olvidarlo.