¿Pero qué es entonces?
Nada, nada
sino quizá
la interrogación
frente a la temporalidad
serie infinita de “ahoras”
momento que ya no son
y otros que no son aún.
¿O tal vez la totalidad?
Lo débil del recuerdo
sus imposibilidades
datos de las contradicciones
es en vano invocar su intimidad
tener sueño o querer hablar
el dibujo de las cortinas
la mismidad de su atmósfera
su existencia honoraria
la posible rememoración.
¡Oh! de nuevo
una invitación a Fernanda Pivano
toda la traición de un gato
o morir
ante la ventana
que mira la calle.
Aún en el suelo
presa de accesos convulsivos
cuando ese alguien pronuncia nuestro nombre
con miedo al vacío, a precipitarse
reducidos
a llevar el crepúsculo
todos saben ganar la muerte
entonando trozos
de maestros abandonados
o los negros anteojos
descendiendo hasta el umbral
del primer amor.
Pero el milagro
no está en ninguna parte
tan sólo una antigua crónica
y el petitium
vamos ya, vamos
a casa a encender la luz
algo al menos
la semblanza del vuelo
ese detenimiento del hecho
desde el sitial de la luciérnaga
parecido al silencio
a la humildad como habitante.