Sé que nos une este silencio.
	La pureza de caminar desnudos pedregales.
	Estos grises días grises
	que transitamos solas, que sabemos.
	El humo de los rincones.
	La opaca fruta de los paraísos
	Ilustrando ventanas.
	Hemos crecido juntas.
	Germinadas por lluvias,
	por rocíos,
	por el dolor de estar en la intemperie,
	de sacar nuestro ángel de la basura
	de tejer la esperanza con la aguja de
mierda de los días.
mierda de los días.
	Rezándole al amor,
	a nuestros muertos,
	al hombre que mataron en Camirí,
	al retrato de ayer con nuestras trenzas.
	A todo lo que es puro todavía
	entre el chicle, los anticonceptivos
	y la mugre en inglés que nos contagian.
	Nos rebasan las mujeres que somos.
	Con lunas en creciente.
	Con broncas.
	Con nostalgias.
	Con unas ganas locas de hacer pueblos
	De nuestra sangre ardida, enamorada…
	Y así, desvencijadas,
	nos inventamos calles con yuyitos
	para que duelan menos los zapatos
	y se ablanden los ojos,
	los gatos,
	los zaguanes.
	Nos calzamos la voz. El almanaque.
	Hoy hace mucho tiempo que nos pesan fusiles
de estar y estar y estar en pie de guerra.
 Autores de Concordia
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