"LA PULSIÓN TANÁTICA DE GUILLOT" POR GONZALO SANTOS

El vampiro y otros cuentos de horror y misterio – Ed. Ignotas

POR GONZALO SANTOS

Contra lo que se suele creer, la literatura "de género" local tiene una tradición -discreta, pero la tiene-, de la que todavía sigue habiendo un gran caudal de autores ignotos. Las exhumaciones, sin embargo, son bastante esporádicas, y en general están a cargo de varios locos del fandom que se animan a hurgar entre el detrito con el que otros -los académicos- no quieren ensuciar sus respetables manos. Así es que Ediciones Ignotas, que ya había rescatado a Raúl Waleis, Enrique Rivarola, Vicente Rossi o Pedro Angelici, ahora sale al ruedo con otro rescate: el de Víctor Juan Guillot, un escritor entrerriano que fue diputado radical, yrigoyenista, y cultivó el género de terror y el policial durante las décadas del 20 y el 30. En los cuentos de este volumen, que en general transcurren en zonas rurales, combina ese terror ante una presencia amenazante, que se anuncia en los típicos signos -pisos de madera que crujen, perros que aúllan durante una tormenta-, con el horror ante la ausencia, ante esa nada de la que no hay signo alguno, y que acaso intenta conjurar a través de la escritura de tema sobrenatural: vampiros, viejas brujas, fantasmas o experiencias paranormales, como la del relato Anestesia, que recuerda, por cierto, a El sur, de Borges, al menos en su estructura profunda: un paciente al que están operando y que, de pronto, aparece en un tren en el que sufre otra muerte. Ahora bien, es imposible hablar de Guillot sin referirnos al que parece uno de sus tópicos más recurrentes: el suicidio. Varios personajes -incluso un perro- terminan suicidándose, o siendo inducidos al suicidio, o al menos considerando la posibilidad de hacerlo. A los que no se animan, lo que los detiene es el escepticismo. Sin embargo, eso no bastó para reprimir la pulsión tanática del propio Guillot, que en 1940 terminó su vida pegándose un tiro: descubrieron que había cobrado doce mil pesos de coima por una venta de tierras. -la prensa de la época lo tituló como "el escándalo del Palomar"-, y no pudo soportar el oprobio; lo invadió ese anacronismo del que hoy cualquier político carece: la vergüenza. 

Tomado de Diario Perfil: 20-11-2016  - Gracias Omar Lagraña.