La tarea del poeta para con sus textos termina con ese punto final, nunca final por cierto. Lo demás, ya es obra del editor y sus buenos oficios. Y en este libro de Marcelo Leites observamos pequeños detalles gráficos, no acordes a la hermosura y tensión de su palabra poética: v.gr. en la selección del tipo y tamaño de letras en los títulos, ubicación de los epígrafes interiores arriba y no abajo, reiteración en casi todas las páginas del título y el autor, o la apelación a capitulares, o notas a cada texto debajo de cada uno, en vez de reunidas al final para no interrumpir al lector sabido y ser amables a su vez con el otro, más que necesario, imprescindible. La espacialidad tiene hoy un valor significante en la escritura poética, y de ahí que ciertos poemas requieran ser bien editados, más que meramente bien impresos. Por ejemplo: el libro aparece dividido en capítulos: Otoño, Adentro y afuera y Homenajes, precedidos de unas citas y dentro de cada uno los poemas llevan títulos reveladores de sentidos tan esenciales como: Variaciones sobre un tema de Viel, o Mi mamá es Sofía Loren, o Ars poética, y de ahí que el Índice, se revele exiguo.
Ahora bien, si he comenzado este comentario por cosas externas y ajenas al discurso poético de Marcelo Leites en sí mismo, es porque creo que estamos ante un libro de buena palabra, educada, estremecida, situada y remitido a referenciales tan poco esotéricos o generacionales como Léonidas Lamborghini, Héctor Viel Temperley o el Chacho Mulller, para que nadie divida el canto poético entre lo popular y lo culto. Leites remite y cita a Ella Fitzgerald, o versos de Juan L. Ortíz, y también pasan volando otros de Arnaldo Calveyra, Alejandra Pizarnik, Fernando Pessoa, Oliverio Girondo, Ezra Pound o Elie Wiesel. Y si ello revela lecturas, preferencias, rampas de lanzamiento u otras apoyaturas, lo importante no son esas sombrillas, si no que este libro está escrito desde las tripas: las de la lengua y las suyas; cosa visible en After you’ve gone, donde su título en inglés demuestra su no temor a la incorporación, más abajo, de expresiones corrientes, actuales y hasta en castellano vulgar diría: - No te veo en las selfies con photoshop de las minitas/ que se hacen las putitas, ni cediendo a las exigencias/ de los machitos que sólo quieren…cosas que vamos, Quevedo ya sabía -“ Y Dios tenga en el cielo al castellano y le perdone, puesto que hasta los insurgentes suelen tener sus tradiciones.
Borges, en uno de sus comentarios, llegó a comparar a Almafuerte con Whitman a quien tradujo. Pero su Whitman, no fue el mío, que fue el de la paráfrasis de León Felipe al “Song of myself” y en tanto sucedía la beatnik generation: Ferlinghetti, Ginsberg, Robert Lowell, que fuera hospitalizado varias veces, y el Lorca de Poeta en Nueva York, luego fusilado, y que una década antes redescubriera a Góngora, lecturas que permiten saber que toda generación tiene el derecho -e inclusive la obligación- de leerlo todo de nuevo, inclusive a los próximos de sus provincias de lengua, no de sus países, menos relevantes -en suma- que aquellas. De hecho el “Martín Fierro” de Amaro Villanueva es otro que el de Borges, del mismo modo que el Dante de José María Micó es otro que el de Ángel Crespo, por esas cosas que sólo los poetas traductores saben: los originales siguen idénticos, sólo cambia la sensibilidad y el idioma con que se vuelve a leerlos. La insurgencia de la tradición o la tradición de la insurgencia se parecen, toda vez que eso ha sido y es el trasegar de las lenguas. Lo demás son pompas de jabón o estéticas decenales, en las que finalmente cuentan quienes no olvidaron tanto, en su hacer por el camino. Marcelo Leites sabe con Juan Villoro que: -“La escritura puede llevar al dolor y la demencia y las más variadas versiones del quijotismo, pero también contribuye a sobrellevar el peso del mundo y recuperar la cordura.-“ y de ahí aquello de: -“ No te olvides de los poetas chinos y japoneses/ que inventaron la poesía que se escribió después…” y que cierra con esa rotunda afirmación de que la belleza no es un valor si no un poder: -“Y acordate siempre de la belleza,/ que es una energía tan poderosa,/como el agua, como el río, como el mar.”
En “Ars poética”, la define por negaciones, como quien ahorrase o señalase a venideros, las piedras del camino. Y eso indica la presencia de un poeta “después de”…O que sabe, parafraseando a E. Lee Masters, que la poesía no es una donación, sino una conquista, y sólo quienes luchan denodadamente podrán alcanzarla, salvados, claro está, esos escollos consabidos. Por eso yo me quedo con Mi mamá es Sofía Loren, donde el paso de una lengua a otra lengua no se nota, precisamente por intima y por real, es decir: no afectada, ni literaria, sino sencillamente real, y como era. Los bilingüismos entrerrianos -naturales, prenatales, familiares o culturales- ya son parte de una cuádruple negación: la histórica, la sociológica, la política y la literaria, y todo ello a favor de un centralismo dominante, como todos los extravíos genéricos a favor de un castellano univoco o una estética única, que en América fue un manifiesto imposible desde el día que Colón pisara estos múltiples reinos de cientos de lenguas y naciones. Auden, ya nos advirtió que después de Babel, el estilo internacional en poesía no existe, y que a esa maldición bíblica debemos agradecerle la razón y la maravilla de todas las diferencias, y quizás la comprensión de que todo poema, sólo es una glosa escrita al margen de otro poema, al fin y al cabo. Por eso digo desde las tripas, pues sólo desde ahí se puede escribir en un poema: “Sé que sufrís como los estoicos, / en silencio, como los antepasados/ de Pavese, que también son los tuyos./ Ma’e questa la vita, senza parole,/ senza expresión?/ Qui lo sa? Lo sai voi?/ Forse, forse, forse, / que es como decir: fuerza, fuerza, fuerza Y puesto que ahora está prohibido decir: -Mamá, te quiero mucho-, hay que escribir como Leites: “- Mamma. También yo estoy viejo y te voy alcanzando, pero nunca /ni por asomo fui Marcello;/ apenas un aire de De Niro/ en Taxi Driver, y casi tan loco como ese personaje…./ …Sólo en este tiempo de clausuras encubiertas no existen las palabras básicas, el Leites salta esa incierta valla y cierra: - Estoy orgulloso de que sigas siendo/ Sofía Loren, y tan bella como siempre.
Asistimos a un tiempo que se anuncia claro, pero es confuso; que se dice sano, pero envenena el aire, la tierra, el agua y sobretodo envenena la palabra, para que el crimen no se oiga y para que gane la muerte, el único lugar donde todos somos víctimas iguales. Edouard Glissant, el inmenso caribeño que nos advirtiera hace años sobre la “Poética de las diferencias” también supo que ya no escribimos con, ni dentro de una lengua, sino frente a todas las lenguas del mundo. Uno de los poemas de Leites se titula “Si…tan condicional en castellano como en inglés y recuerdo, If…-aquella película inglesa de los ’80? donde dos esgrimistas jugaban este diálogo: - Si la libertad vive, qué queda?...Si la libertad muere, qué somos? En fin, todo lector lee con lo que tiene en su memoria, y todo poeta hace, consciente o inconscientemente, lo mismo: “…si dejaras que los pájaros levanten vuelo/ sabiendo que igual todos los días/ vuelven a cantar bajo la ventana; / podrías separar la paja del trigo/ y el árbol del bosque/ y beber de la única fuente de luz, /esa que sale de nuestras manos juntas.”…Y tampoco hay casualidades, amigos: Carlos Drumond de Andrade, en traducción de Mastronardi ya decía: - No seré el poeta de un mundo caduco./ Tampoco cantaré el mundo futuro./ Estoy atado a la vida y miro a mis compañeros./ Están taciturnos pero nutren grandes esperanzas./ Ente ellos considero la enorme realidad./ El presente es tan grande, no nos alejemos./No nos alejemos mucho, vamos de la mano.” Es decir: la tradición de las insurgencias, y las insurgencias de la tradición en algún punto se espejan, para bienes recíprocos. Y por ecos y resonancias creo estar ante un libro que sólo de hacerse cargo de lo suyo y en buena lengua, ya es diferente. Y vivan las diferencias. Yannis Ritzos, el griego que Juanele nos trajera -estando ambos vivos, por cierto- dijo: -“Bajo el inmenso sol del Mediterráneo/ todo lo que contradiga la diversidad, es la muerte.” Y “Adentro y afuera” corresponde a ese tono: -“ Incluso si tengo que soltar tu mano./Incluso si me voy a la deriva,/ la madreselva volverá a florecer / y las palabras serán puentes./ Porque todavía sigo siendo/ una excusa para escribir,/ ¿No?.
(MAF, 2021)