A Guillermo Elordi
Aceptémoslo:
La poesía es una larga conversación
nunca interrumpida
entre un hombre y una mujer y el infinito
como si dos muertos vecinos
se sentaran sobre sus tumbas
a intercambiar ideas
sobre el color de los cipreses o las araucarias
y sus ramas tentaculares.
Aceptémoslo:
La poesía es el momento de las trepidaciones,
de los estridentes colapsos amorosos
en los que rodamos como piedras
hasta el borde del precipicio.
Poesía es la noche interminable de las estrellas,
La hoja que perdió su árbol
Y los árboles que crecen
sólo con nuestro pensamiento
y los gatos que asustan
a los espejos desprevenidos
y la luna que se enjuaga en el balde
y las cigarras que planifican
el fin de la siesta
y las distintas capas
de una realidad inapresable
debajo de las cuales
se ocultan aquellos que hemos sido
y que ahora negamos tenazmente.
Poesía no es sólo el entendimiento de los cuerpos
que cultivan la eternidad,
sino también
el rechazo feroz con que aceptamos
nuestra vida.
De “Lista de espera” (2010)