No me acuerdo
cómo era estar dentro tuyo, mamá.
¿Cómo pasaba las horas allí?
Te conozco, en ese tiempo
vos harías mil cosas,
siempre yendo de acá para allá
llenando el día,
el tiempo escaso,
deseo por acá, deber por allá.
Una vez me contaste que en esa época
usabas un vestido de poplín azul.
Me gustaría saber de qué tono exacto
era ese azul, mamá.
Imagino que era azul noche
la bóveda en la que brillaban las estrellas
antes de amanecer al mundo.
Más oscura la noche, más se ven las estrellas.
Como el cielo de Concordia en verano,
me sentaba horas a ver las estrellas
en el banco de cemento de casa,
¿te acordás?
Me tranquilizaba, era como el retorno a un hogar.
Allí, el mundo era fácil,
solo estar y dejar que las células se multipliquen
según su ley.
A mi abuela, Florentina
Tu campo de flores entraba
en los almácigos del jardín.
Flor en tina
atrapada en la ciudad.
Lejos quedó la tierra de infancia.
Allá las raíces,
allá la lengua materna,
alemanes del Volga.
Amapolas,
dalias,
conejitos,
gladiolos,
rosas
fueron tus nuevas palabras y tus manos.
Nunca renunciaste
a la fragilidad.
Esa fue tu fortaleza.
Cada vez que la vida te arrebató vida
vos volviste a abonar la tierra,
plantar las semillas,
cuidar los brotes
y esperar
la primavera de los pétalos.
Nada impide
que se escuche
lo no
dicho.
¿Existe algo más hermoso
que respirar el aroma
de un cuerpo amado?
Mi amante,
mis hijos,
mi gata.
Veo pájaros en bandadas.
Veo pájaros volando de a pares.
Veo indómitos pájaros solos,
acompañados por la creación entera,
cruzando con su vuelo
el cielo, todo.
Un hombre que amé me dijo
que le gustaba mi cara
y ese aire sefaradí, árabe
que tengo.
A mí me gustó el halago,
que ponía en evidencia,
la negación de mi linaje.
¿Quién soy ahora?
Como recién nacida, lloro.
Me cuido como a una recién nacida,
estoy atenta a las rutinas.
Ahora
puedo ser mi propia madre.
¿A dónde va la escritura?
¿De dónde viene?
Ella se retrae como una ola,
se enrula en un lugar interno
reúne información, fuerza, dirección.
Luego avanza
desplegándose hacia la playa,
hacia el presente,
con todo lo que encontró en su repliegue
dejándose ir, caer
y expandir.
Se derrama en cientos de gotas
que caen en la arena,
se dispersan
suspendidas en el aire.
Luego ya soy otra.
¿Hay partes de mí que solo dialogan
cuando escribo?
(Del libro homónimo,
enero editorial,2025,
envío de la autora)
TOMADO DE LA BIBLIOTECA DE MARCELO LEITES