Desgajada la rama. El ala quieta.
Quebrada la palabra en el sonido,
y en el silencio que quedó reunido
dejó de ser la voz y ha enmudecido.
Detenido en el límite del frío
también mi corazón, como una rosa
que se deshoja sobre un claro río,
siente que nada queda de las cosas.
Y cree que ya nunca habrá otro estío.