ANA TERESA FABANI

por STELLA MARIS PONCE

        Como si se tratara de un guión cinematográfico in racconto podríamos empezar a conocer la vida de Ana Teresa Fabani por el final. Su libro póstumo, la novela Mi hogar de niebla recrea las circunstancias que rodearon su desenlace y tal vez sea una síntesis de su legado literario.

        La niebla, como una metáfora de su propia vida y de su obra, la permanente incertidumbre de vivir, la fragilidad hecha carne en su cuerpo y sensibilidad, la angustia existencial que todo lo tiñe, la soledad que no da tregua a pesar de la compañía. Ese es el marco sobre el cual se recorta la figura de esta mujer valorada y querida por sus amigos y compañeros de las letras.

        Una vida que cesó tempranamente y quizá por eso fue tal la intensidad de su tránsito vital y poético: su luz brilló con vehemencia a través de la poesía y del encanto personal y fue apagándose de a poco a raíz de una penosa enfermedad.

        Ana Teresa Fabani nació en Concepción del Uruguay el 6 de marzo de 1922 y falleció en Buenos Aires el 21 de junio de 1949. Cursó estudios primarios y secundarios en su ciudad natal, donde se graduó de maestra. Posteriormente intentó ingresar a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, inclinándose por la diplomacia, pero la salud no le permitió concretar sus deseos. En diciembre de 1939 -año en el que se recibió de maestra- enfermó, debiendo trasladarse a Córdoba para su tratamiento. Permanece en las afueras de la ciudad, en un lugar llamado Cerro de las Rosas, ingresando posteriormente en el Sanatorio Ascochinga. La novela citada está inspirada y refleja su vida en ese sanatorio. Regresa a Buenos Aires en 1946, haciendo viajes periódicos a su ciudad natal y a Córdoba. En esta provincia permaneció un tiempo en Capilla del Monte. 

        Domitila de Papetti amplía esta reseña biográfica: “Ana Teresa fue como tantas figuras de nuestras letras, casi autodidacta. Estudió en la Escuela Normal, después, los libros de la biblioteca paterna, el roce con escritores y personalidades cultivaron su espíritu. El poeta genuino había nacido en ella. Empezó a escribir desde la más tierna adolescencia en el seno de un hogar acaudalado. Y día a día fue afinando su sensibilidad en las lecturas de Rilke, de Garcilaso, de Lope de Vega, iniciándose hacia el cómo y el por qué de cuanto nos rodea, hasta que su vida toda, así enriquecida, empezó a darse, mágicamente en el canto.

        Cabe destacar que Ana Teresa Fabani junto con Ana María Chouhy Aguirre y María Adela Agudo poeta esencial de Santiago del Estero conforman una trilogía dramática en cuanto a desaparición prematura dentro de la poesía del cuarenta, reconocida por su vertiente neorromántica y su herencia elegíaca. Generación querida, sembradora de melancolía y de hermosura.”

        Su primera publicación la hace en la página literaria del diario “La Calle”, de Concepción del Uruguay, el 15 de noviembre de 1943, bajo el título de “Poema”. En enero de 1947 publica en el diario “Clarín” de Buenos Aires. Luego aparece un cuento suyo en “La Nación” y otras colaboraciones en diarios del país y de Montevideo.

        El único libro publicado en vida de la autora es el poemario “Nada tiene nombre”, que apareció poco antes de su muerte en enero de 1949 en ediciones Botella al Mar y tuvo una reedición en 1999 a cargo de la Editorial de Entre Ríos, que dirigía entonces la poeta Marta Zamarripa, en la Colección Homenajes, a cincuenta años de su despedida terrenal y de la aparición de su primera obra. Dicha reedición incluye poemas éditos e inéditos de Ana Teresa Fabani, los poemas que le dedicaron Córdova Iturburu, Luis Alberto Ruiz, Juan L. Ortiz y Raúl González Tuñón, los textos de Leopoldo Bröll y José Portogalo, leídos en el homenaje que rindiera a la autora la Biblioteca Popular de Concepción del Uruguay. Incluye también el texto de homenaje de la SADE Filial Entrerriana del Río Uruguay publicado en 1979.

        Además de este libro de poemas Fabani escribió la novela citada al principio, Mi hogar de niebla, de carácter autobiográfico y que no pudo ser corregida pues la muerte la sorprendió cuando se iba a dedicar a esa tarea. Impresa en Buenos Aires, en 1950 esta obra, que no tuvo reedición hasta la fecha, cuenta con un sentido prólogo a cargo de Ulyses Petit de Murat (ver texto) y una ilustración de Juan Carlos Castagnino en la portada. Ana Teresa falleció de tuberculosis a los 27 años.

        Muchos son los contemporáneos que admiraron su obra y su fina personalidad. En una entrevista, la poeta María Meleck Vivanco (exponente del surrealismo) habla de su singular amistad con Ana Teresa Fabani y expresa: “Tendríamos que hacerle el homenaje que se merece como mínimo en la Biblioteca Nacional. Era agnóstica, pero con mucha humanidad adentro. Yo me dormía sobre su frondosa cabellera extendida a modo de cola de pavo real y de un castaño dorado fuera de serie. Era muy fácil contagiarse la tuberculosis, sin remedio, pero los jóvenes jamás piensan en el peligro. "Mi único consuelo - me decía- es que mi cuerpo no conocerá la vejez". Con su nivel de ternura tan alto y su extraña belleza, se la veía como iluminada”.

        Afortunadamente su obra y su memoria permanecen y se le siguen rindiendo merecidos homenajes a quien sin dudas, ocupa un lugar de privilegio no sólo dentro de la lírica entrerriana sino de la poesía argentina.

 

Más info en: http://www.entrerios.gov.ar/biper/Fabani.html