POR QUE, MADRE...
-Por qué, madre,
por qué,
el Jacarandá que tiene poco menos que a sus pies
las dudas de las islas
sobre su celeste...
por qué se atreve a jugar... por qué, dime,
sin moverse un mínimo
a jugar continuamente a algo que no sé
con ese tinte
que fuera, según dijiste, el del sentimiento de las niñas
cuando salían a las margaritas?
Y por qué se atreve, todavía,
aunque muriéndolo,
a complicar al río y, por momentos, hasta al cielo
de encima de él,
con eso mismo ?...
Eso que hace "canas" —oh, quién las contaría?— dejase de exprimirse
de las moreras del sueño?
—Ah, hijo,
a tu vez, naturalmente, lo complicas
con visos que no le atañen,
no, no...
Qué tiene que ver, él,
por Dios,
con los teñidos que van respondiendo a las generaciones de los suspiros
que humean…
o a cosillas, indudablemente, con más peso que el malva
de las ojeras ?
Pero no dejo de oír
el sonido de lo que fue una vez
agravándose, frágilmente, por la profundidad de un bosque...
No vez, por otra parte, que las notas no
[pueden unirse
y aletean sobre el vacío,
por más que se deslicen y por más que palidezcan
hasta una luz
que es casi la dicha?
Mas el Jacarandá, ciertamente, al igual de las ninfas,
quiso abrir a la melodía...
-Por qué, madre,
por qué,
el Jacarandá que tiene poco menos que a sus pies
las dudas de las islas
sobre su celeste...
por qué se atreve a jugar... por qué, dime,
sin moverse un mínimo
a jugar continuamente a algo que no sé
con ese tinte
que fuera, según dijiste, el del sentimiento de las niñas
cuando salían a las margaritas?
Y por qué se atreve, todavía,
aunque muriéndolo,
a complicar al río y, por momentos, hasta al cielo
de encima de él,
con eso mismo ?...
Eso que hace "canas" —oh, quién las contaría?— dejase de exprimirse
de las moreras del sueño?
—Ah, hijo,
a tu vez, naturalmente, lo complicas
con visos que no le atañen,
no, no...
Qué tiene que ver, él,
por Dios,
con los teñidos que van respondiendo a las generaciones de los suspiros
que humean…
o a cosillas, indudablemente, con más peso que el malva
de las ojeras ?
Pero no dejo de oír
el sonido de lo que fue una vez
agravándose, frágilmente, por la profundidad de un bosque...
No vez, por otra parte, que las notas no
[pueden unirse
y aletean sobre el vacío,
por más que se deslicen y por más que palidezcan
hasta una luz
que es casi la dicha?
Mas el Jacarandá, ciertamente, al igual de las ninfas,
quiso abrir a la melodía...