SABÉIS, AMIGOS…
(Para Juan José Saer y Hugo Gola)
Sabéis, amigos, que he temido por la florecilla que se mirara a una lunita
de lluvia
creyendo que sólo recuperaría
"la niña"?
No llegará a jugar, así,
recelé,
ese olvido que era subiendo únicamente, únicamente, el tiempo
de una deidad ?
O la inclinara al cariño
que le transpareciera del añil, al enjugarlo, todavía,
esa gracia que la evocara
de abajo
de entre la brisa que previamente le hilase
al enternecer el mantillo
el cariño, después de todo, del hada del origen,
atrayéndola, ahora, de cáliz,
a otro abismo ?:
la inclinara a ella, a ella, que no podría nunca oírse
por el tallo, aún, del minuto
en que tañía al dios o al soplo que le daba, es cierto,
[unas raicillas
de noche
para miniar, acaso, unos cintilamientos, a la vez,
sobre esa profundidad que como todo, no concluía
de abrir el baldío?
O simplemente sería
el junquillo aquél
que se devuelve en junquillo, únicamente, en junquillo,
del amor del cielo ?
Y más en él, luego,
una figulina entre las figulinas de unas aguas de luces
que le sonreirían, de pie,
multiplicándole la sonrisa hasta ese fin
de llamita de falena?:
Una vanidad, entonces, de orilla,
en una quimera que llegaría, consecutivamente, a reducirse a
[un aleteo
apenas, ay, de bujía ?