Me encerraría en un profundo aljibe, quizá, sin ir más
lejos
en aquel del brocal de ladrillos de mi casa materna
en Gualeguay,
para leer sin que me llamen de otra parte
estos poemas griegos, franceses, españoles o ingleses,
que hablan desde la poesía europea contemporánea.
Aquí están los poemas breves como fusilamientos que
duran
una orden de ¡fuego!
los extensos como ríos que se van hacia la tarde
en el paisaje de mi infancia
(de esto siento un placer que debe ser de otra época
porque ya nadie quiere perder tiempo en perderse
en esa ruta extensísima como la Vía Appia
que conduce a otro espacio)
Si en esta antología comparamos unos y otros
sabremos que todo se resuelve por la vía del susurro
en voz alta, la metáfora o la metonimia que
esconde la estructura del inconsciente lacaniano;
decir o cantar cada poema es como contar un cuento
a un niño
quien oye una música que viene de la lluvia
y de las gotas que se deslizan por las grandes
hojas del gomero.
Y saber que cada poema tiene su ritmo melódico
personal sentido de un metrónomo que
golpea chac-chac en el pecho como un ciego
que con su bastón blanco
fuera tanteando el suelo.
¿Y las nacionalidades? Lorca y sus casidas árabes, los
romances
gitanos de la morería chocan como las olas de otros mares
en el murallón de aquella “angina de pecho”
en las cárceles turcas del poeta Nazim Hikmet
“hay gente que conoce las distintas variedades de
los peces
yo, de las separaciones, de las nostalgias”
mientras tanto Paul Éluard se encargaba de tirar a
Gala
su mujer, por una escalera y luego, desesperado, de
llorar ante la pequeñez de sus formas reconstruidas:
mi amor, mi amor, solloza, y se pregunta
¿por qué no puedo hacerte crecer a tu altura
normal?
Poetas jóvenes, buscad en el fondo del aljibe
vuestra propia, íntima creación, la que suena en la
cabeza
cuando vuestra madre baja el balde por la roldana
que chirría,
y separad los poemas breves de los extensos, los
fusilamientos
del instante o los ríos que van a dar a la mar.
Y recuerda que dentro de tu cuerpo está el
secreto circulatorio,
la melodía que llevas, el estilo que te pertenece,
y si has soñado bien en tus primeros días de vida
lo que dicen tus antepasados, el poema heredado
te dará los exactos números de Pitágoras.