ESTACIONES EN EL DÍA

 

25 DE JUNIO DE 1966

 

ALBERDI

Como si usted quisiera desentenderse

—para buscarla en pérgolas del alma—
con una melodía, de la niña, la noche
se despierta en el piano. La niña está inclinada
hacia su valse. Hay un guitarreo
en los patios del fondo, sin embargo.
La oscuridad, la noche,
un hombre infamando la vereda
son el brocal de estos arpegios.
Y no sé qué decirle de la noche,
una vela de sebo la soterra,
y está al lado la noche
"melancólica imagen de la patria".

Usted que se fue y volvió,
y que se fue de nuevo
ya de una vez por todas,
ya preparado para todo el tiempo,
usted cuya sonrisa se cansaba
-y lo traicionaría el duermevela
con Tucumán, y a las niñeces madres
la realidad, ya el más obtuso de los sueños—,
se está yendo del todo,
esta noche en su pieza de hospital
se va quedando solamente muerto.

Los montes eran lejos, sombra ultramarina.

Y la distancia quema su gallardete,
símbolo de las penas por la patria.

Doctor Alberdi: el sauce a la ventana,
la alternativa, la pasión tan extrañada,
el no obstante, el final del verso,
la payada sin mundo, la delación al lado,
son todas formas del morirse solo.

Neuilly, junio 19 de 1884
Mansilla, junio 19 de 1952

 


COSTUMBRES DE LA CASA

La primera estrella
traspasa la ventana
y descansa del viaje
en el centro de mesa.

Jarra fresquita
olorosa a primavera,
ropero
de la pieza de al lado,
un traje persiste
en el olor de la muerta,


silla que mira al campo.

Campo.

Colonias de malvones
golpean a las puertas.

Si Virgilio viviera
diría
lo rosadas que parecen esas nubes.


El alma ya pronta
a la muerte por sueño.


Te llevaré la mañana temprano
en un vaso de agua.

 

 

(De: Poesía completa, AH, Editora, Buenos Aires, 2008)