EL BIP BIP BIP DEL SPUTNIK


Vocación de ciega.

 

las cosas se sostienen en un renglón

dijiste

al menos eso aspiran

algunos de los que escriben

cerraste comillas

abriste los ojos

y miraste el vaivén de letras descompuestas

 

eso es todo por hoy

continuaste

te acordaste de cerrar

los ojos

de nuevo

por si alguien espiaba

y discretamente

marcaste un

.

 


 

A la gorra.

 

me pediste

(prestado solamente)

el gorrito de cascabeles

recién traído de la tintorería.

 

argumentaste que tenías una

imponente fiesta

a la cual debías (taxativo) asistir

con un igual de imponente sombrero

(esto, supongo, vendría a ser

un halago que, por supuesto,

quedo a mitad de camino).

 

te miré, me miraste

y entendiste, al margen,

que el gorro no iba a salir

de casa sin su dueña.

 

te invito a la fiesta

si querés

perra, perra, rápida.

 

miré el suelo, la ventana,

el potus recién trasplantado,

el perchero: la boina, la visera,

la gorra camuflada, la galera,

el sombrero de paja, el de pirata,

el chambergo, el bombin…

la vi a mi madre con el dedo

levantado

 

cedí. Te vestiste de arlequina

(ridícula) y a mitad de la noche

el gorro ya estaba juntando propinas,

los cascabeles oxidados,

y vos tirada en el único charco

de alcohol que había en una alfombra

que no era colorada.

 


 

Trance.

 

Y era tanta la locura

que teníamos

la certeza de

ser

felices

(no, de estar

alegres).

 

Al menos,

teníamos algo,

aunque más no fuera

un equívoco.

 


 

Cusco

 

Una frazadilla multicolor

envolviendo el niño

que no camina, que saca

la mano afuera y agarra

las trenzas enroscadas

como serpientes

que no esperan ningún cóndor,

ningún mundo más allá de

este lugar sagradamente

cosmopolita

donde hasta los muros hablan

en doce lenguas

con ángulos que no cicatrizan

en la historia.

 


 

Moiras.

sola con tu alcancía de visiones

Olga Orozco.

 

dejaste tu mensaje

en el contestador,

y el bip bip bip dio paso

al sputniko poema

que vos, resignado,

tan bien, anunciabas

 

Cloto, Láquesis y Átropos

acordaron otro pequeño

gesto de su inexorable presencia

porque en el mismo día

llegó a mis manos

Sputnik, mi amor

de Murakami.

 

el destino enredando las soledades,

cortando hilos de cualquier conexión

sideral. O no. El misterio

de los dioses en su banquete,

sigue allí, arriba

 

(ningún telescopio descubre

el cielo, su delicada urdimbre)

 

entonces remontas la noche

como barrilete que no cede

como hilo que tira, tira

y desenrolla elástico,

dispuesto

 

el verso seguirá

tatuándose infinito

en la solapa de esta novela

<< como Sputnik pequeñito

que se hubiera extraviado>>.

 


 

Maquillaje.

 

Charlemos, la tarde es triste...”

Luis Rubistein.

 

buenos aires está nublado,

me siento sobre el banquito

y como la Nené

repaso mi boquita pintada

de rojo carmesí

 

pronuncio bien la “r”

como empantanada

como motorcito que te empuja

al recuerdo, al atardecer

de un tiempo viejo en la manga

(no en el puño)

de la camisa

 

lleno de alguaciles

el paragolpes, no hay faro

que limpie la oscura noche,

su docilidad tejiéndose

como telaraña sobre los sauces

 

extraño mi querida grieta

de tierra seca, de lluvia

que se cuela por la santa rita,

extraño la mansa yegua

que nunca fui.