SE PUBLICA "LA FRAGILIDAD DE LOS HÉROES SOLITARIOS", DE FELIPE HOURCADE

 

Este mes (abril de 2021) se publicó La fragilidad de los héroes solitarios, el primer libro de cuentos de Felipe Hourcade, editado por Fluir Editorial en la ciudad de Concordia (Entre Ríos).

 

Sobre el autor:

Felipe Hourcade nació en Concordia (1999). Escribe narraciones. Desde 2017 reside en Rosario (Santa Fe), donde estudia Letras en la Universidad Nacional de Rosario.

Es uno de los co–fundadores de la Revista Camalote (en formato web desde 2018 y con una edición impresa) de Rosario. En 2016 obtuvo el Segundo Premio en la categoría menores del concurso de microrelatos “Lebu en pocas palabras” (Lebu, Chile), por el cual fue jurado en 2017 y en 2020. En 2016, también, fue reconocido como “Personalidad Destacada de Concordia” por el Consejo Deliberante de esa ciudad.

 

Sobre La fragilidad de los héroes solitarios:

Manuel Díaz (Rosario, Santa Fe), autor de la contratapa del libro:

"El universo narrativo que despliega Felipe Hourcade está plagado de ecos que se abren paso a lo largo de los diferentes relatos que componen este libro. Se trata de narraciones que presentan impulsos de una cierta animalidad, lugares oscuros de la existencia, el devenir de sujetos que se limitan a transitar su vida llevados por la corriente pero que, sin embargo, luchan de manera constante por salirse de los cauces impuestos. Ese gesto que esbozan los personajes de Felipe Hourcade está, muchas veces, vinculado con la presencia de determinados objetos que ejercen una influencia sobrehumana sobre los destinos, y que llegan a convertirlos en inexorables: un piano, una computadora, un libro infantil o una camisa adquieren una significación que colma estas vidas —total o levemente marginales —  de un sentido que las trasciende. En ese diálogo entre sujeto y objeto, mediado por espacios cerrados, casi claustrofóbicos, se encuentra una de las posibles formas de entrar en este libro”.

Alberto Giordano (Rosario, Santa Fe), el cual ha escrito una breve reseña sobre el libro:

“En el comienzo, hay un mito de origen: un niño solitario y demasiado inteligente, acechado por las miserias y las crueldades del mundo, descubre que lo imaginario, ese reino al que accede a través de la lectura, puede servirle de refugio. Más tarde, cuando se decida, quién sabe por qué razón, a dar el salto a la escritura, ese niño, disfrazado de joven, descubrirá otro modo más riesgoso de vivir entre imágenes: contar, para que el mundo se convierta en un teatro de metamorfosis imprevistas y coexistencias perturbadoras. En los trece relatos que componen este libro, Felipe Hourcade pone en funcionamiento la máquina literaria para que cada cosa se comunique con su contrario (la ferocidad con la ternura, la sumisión con el sadismo, el éxtasis con la agonía, la imaginación con la realidad) hasta hacernos presentir una secreta, y acaso intolerable, continuidad”.

A continuación, el prólogo del libro, escrito por Thiago Susán:

Todo acontecer mecánico encierra fuerza de voluntad. ¿Qué es eso que se deja ver y tocar? Lo verdadero. ¿Lo que no? También. Los epígrafes existen, Houellebecq toma posición, por el mero hecho de existir, en la apertura del libro. Aclama: todo lo que existe reclama derecho de existencia. Triunfa.

Después se abre el espacio narrativo, aparecen los relatos, el espacio de los relatos, los personajes, el espacio de los personajes, las situaciones, el espacio de las situaciones. Espacio colmado por el agridulce, indomable, animal oscuro. Entramos en un debate constante, subterráneo, impreciso, entre dos puntas de la experiencia de mundo, lo experiencial físico, sensual, y lo experiencial ideal, inmaterial. Los personajes nacen al relato sin saber a qué punta aferrarse, cómo proseguir, cómo concluir, poniendo en funcionamiento, así, a la máquina misma de la imprecisión y del azar que hace de base narrativa. Se pierden. Se pierden en la experiencia o se pierden en el texto. O, quizá, se pierden en el intento de comprender en qué vía de la pérdida concluirán, si devendrán idea o desencadenamiento del cuerpo. Ningún avatar termina por ser el mismo que comenzó en el inicio del relato. Pero esto no se da por mero avance narrativo, es decir, porque A sea igual a B, sino porque el avance mismo, la puesta en práctica de la máquina contrastiva, da lugar a lo mecánico y, en consecuencia, a la liberación de la fuerza de voluntad, es decir: porque A vence a B, o viceversa. El polo corporal y el de la idea se debaten en una lucha que acabará por destinar a cada personaje, por conducirlos a una resolución radical en uno u otro extremo.

El cuerpo y su experiencia son un arma fundamental en cada relato. Las marcas de lo perverso, sádico, lo tangible inmediato. El cuerpo llega, por distintos motivos, a excesos, se encierra y se guarda como cuerpo, en tanto que cuerpo y en la práctica propia del cuerpo, pero no se limita, en ningún caso, a ser mera corporalidad, porque aparecen ideas, vagos recuerdos, proyecciones, introspecciones, que surgen en el intento de tomar posición en el relato. En algunos casos, incluso, se dará en sentido inverso, y lo que inicie siendo idea acabará por ser materia.

Así, el impulso de ingerir alcohol y una llana narración de tal impulso se ven obturados por el recuerdo de un examen, del aprendizaje de un idioma. El recuerdo, la idea, violenta al ritmo narrativo, que se entrecorta, y a las posibilidades concretas del cuerpo narrado, que también se entrecortan. Prima el cuerpo, pero obtuso.

Así, un cuerpo llevado al límite por la extensión de su vejez (y, coincidentemente, por la extensión del relato), encuentra un punto de fuga en el vislumbre de la melodía de un piano difuso. Prima la idea ante el desgaste del cuerpo.

Así, la idealización amorosa, un discurrir empalagoso de su discurso, acabará con una quemadura en el cuerpo. Prima el amor, el alma, pero cicatrizada en la ceguera.

Así, una mente encerrada en un mundo no experiencial acabará por reconocerse en la animalidad de un panda de circo, a la vez que un animal de circo acabará por circunscribirse al mundo simbólico de lo humano. ¿Qué prima?

Podríamos seguir enumerando, pero la confrontación no cesa. Quizá la riqueza de cada uno de los relatos radique en eso mismo, en que el enigma que recorre todo el libro, independiente incluso de los relatos, no es resuelto. Si el debate es mecánico, maquínico, es al mismo tiempo irresoluble, porque cada pieza encaja en la condición de la discrepancia. El libro nos recuerda que somos esta máquina.

De la precisión poética de Cuerpo en exilio, de Jorge Eielson (Noche oscura del cuerpo: 1955), desprendemos la imprecisión fundante de La fragilidad de los héroes solitarios:

 

“Tropezando con mis brazos

Mi nariz y mis orejas sigo adelante

Caminando con el páncreas y a veces

Hasta con los pies. Me sale luz de las solapas

Me duele la bragueta y el mundo entero

En una esfera de plomo que me aplasta el corazón

No tengo patria ni corbata

Vivo de espaldas a los astros

Las personas y las cosas me dan miedo

Tan sólo escucho el sonido

De un saxofón hundido entre mis huesos

Los tambores silenciosos de mi sexo

Y mi cabeza. Siempre rodeado de espuma

Siempre luchando

Con mis intestinos y mi tristeza

Mi pantalón y mi camisa”

           

Thiago Susán.