ESCRITOS

ESCRITOS

 

El placer de leer, el placer de escribir y de crear, el placer de hablar por hablar o el deseo contra (o sobre o alrededor de) la necesidad, es decir:

La Literatura

  1. Todo lo que no sea “Alcánzame la ropa” o “Prohibido fumar” o “Presentarse con documentos de 9 a 13” o “Camine tres cuadras y en Callao se toma el 60”, es decir, todo lo que no sea pedido u orden dictada por la necesidad de superviven­cia o por razones de orden, seguridad o arbitrariedad, se llama literatura. Como la literatura contraviene la necesidad inme­diata, conviene definirla de entrada por lo que no es.
  2. Por lo tanto, la literatura sería la creación dictada por el placer o, si se prefiere una metáfora, la hija del deseo. O sea, lo que supera, excede o infringe la orden o el orden, o la voz de la necesidad. En otras palabras, el deseo de crear un momento, un tiempo que supere, contravenga o se escape del tiempo utilitario.
  3. En síntesis, la literatura la hacen todos sin distinción, en cualquier momento, dentro y fuera de la página, buena o mala, oral o escrita, no interesa. La literatura ha existido antes de la escritura y seguirá existiendo también fuera de ella.

Lenguajes

  1. A diferencia de la música, la literatura usa el mismo lenguaje de la necesidad, pero lo usa de otra manera, en un tiempo diferente del de pedir pan para saciar el hambre o una frazada para protegernos del frío. La más pequeña infracción a esa forma mendicante o policial de la comunicación es el germen o el comienzo de la literatura o, si se prefiere, de la poética: todas las artes.
  2. Las artes plásticas usan su propio lenguaje, precursor de la escritura, y apartado de ella a condición de representar la realidad “tal cual es”, la inmediata, la de la necesidad. La pintura, es cierto, ya ha infringido esa imposición. Pero la mú­sica nunca ha podido representar esa realidad, aunque se lo proponga. El lenguaje musical tiene sentido por sí mismo. No fue inventado para representar sino para gozar o para la comu­nión o relación con el más allá, es decir, con lo que no está en el tiempo utilitario de la comunicación por razones de necesi­dad, orden, seguridad.
  3. En suma, todas las artes (salvo la música) con lenguaje compartido o no, fueron creadas o forzadas a representar la realidad, olvidando o ignorando, menos mal, que la realidad sólo existe a través del lenguaje. Al menos para nosotros, la rea­lidad comenzó cuando alguien pudo articular o expresar en un lenguaje elemental y comunicarse con otro para decirle algo así como “¡mirá eso!” o algo aún más primitivo.

 

La literatura-literatura o la desacralización

1. Las literaturas orales históricas: Homero, Sócrates y los presocráticos, Cristo, Mahoma, El Khabir, etc., terminaron en libros sagrados o profanos. La literatura oral paranoica, la del orden y la seguridad en nombre de la supervivencia y la necesidad, terminó también, en libros directa o indirecta­mente, consciente o inconscientemente, al servicio del poder. La Historia misma se ha escrito y se escribirá para justificar un sistema de poder.

2. La literatura-literatura, creación occidental, europea para más datos, es el resultado de una desacralización. De los emisarios de los dioses de la creación colectiva y anónima se pasa al autor-individuo. Así, emancipando al lenguaje del contexto, se llega a la institucionalización de la literatura. Lo que en un principio se decía o se recordaba en verso, preci­samente para acordarse mejor porque no había libros: sagas, leyendas, epopeyas, romans, etc., da lugar, con el transcurso de los siglos y con la aparición del libro, a los géneros litera­rios actuales.

El habla cotidiana se expresa en verso —no rimado, desde luego— que generalmente se rige por la respiración y es fre­cuentemente octosilábico. La prosa o narrativa rompe con el lenguaje oral cotidiano y puede contravenir libremente la res­piración porque está escrita y, por lo tanto y además, ya no necesita de la memoria colectiva. No olvidar que la prosa nace con la escritura y con el libro. Desde entonces se supone que la vida, que la realidad, es “prosaica”, es decir, que está más cerca de lo real, que es más verdadera que la poesía, descen­diente directa de la literatura oral.

 

ALGUNAS PROPUESTAS PARA UN DIÁLOGO CON LA CRÍTICA

 

Dilema

La crítica: ¿estética operativa o sistema autónomo que utiliza a la literatura como combustible para su gimnasia formalista?

Literatura fantástica

Invento puramente borgeano que intenta quitar toda peligrosidad a la literatura y genera disparates como Kafka fantástico, Maupassant fantástico, el Corán fantástico, etc., etc.

Literatura regional

Invento unitario como si Buenos Aires no fuera una región más del país. Con el mismo criterio, Faulkner, Cadwell, Carson Mc Cullers, por ejemplo, serían escritores regionalistas norteamericanos. ¿Qué tal?

Gauchesca

Género estrictamente rioplatense, falso de toda falsedad, promovido por los terratenientes y los gringos ávidos de color local.

Picaresca

Género típicamente español. ¿Acaso los personajes de Gombrowicz pertenecen a la picaresca?

Humor-humorismo

Equívoco interminable que lleva a confundir a Macedonio Fernández con Payró o Landrú.

Caballo

No tengo por qué quejarme. Las críticas de mi novela La piel de caballo fueron, casi todas, tan elogiosas como despis­tadas. La sola palabra caballo predispuso a todos a leer una obra gauchesca (!!). Después, desconcertados, se dedicaron a buscar un referente a la desesperada. Fueron mencionados así: Céline, Faulkner, los escritores duros norteamericanos, las series negras de TV, la gauchesca, la picaresca, el sainete y las leyendas antropológicas... (??) Nuestros críticos pare­cen estar convencidos de que todo escritor argentino es un copión y un colonizado. Según ellos, todo viene masticado en los libros traducidos y aquí sólo se puede copiar o parodiar.